"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

miércoles, 27 de julio de 2011

En busca del triatlón perfecto, perdido sin remedio (Calima films)


Nada más empezar a cerrarse de nubes el cielo de Granadilla empecé a dar gracias por ese regalo de la providencia que no era otra cosa que correr un poco más fresco y con un poco menos de viento, no obstante algunas voces en los boxes se quejaban de la supuesta ventolera, será de lo poco habituados que están al fenómeno porque en Fuerteventura aprenderían que lo de el día de la carrera era una chuminada veraniega, pero voy a ir al grano y no convertir esto en un parte meteorológico. Desde el mediodía la cosa prometía, en la mesa del bar donde comimos Cándido se soltó y nos contó un chiste recién salido de su sesera que tenía como protagonistas a una vieja, dos tíos, una piña de millo y dos dedos de mantequilla (les dejo que combinen esos elementos y se lo imaginen porque es irreproducible en un blog como éste). Tras el cortado nos fuimos a la habitación a ver como Cadel Evans se llevaba su primer Tour de France a costa de los pusilánimes hermanos luxemburgueses, de verdad que creo que se lo tienen merecido. Me fui para los boxes que parecían sacados de la más delirante pesadilla malthusiana, a saber, en nuestra tierra se le llama hacinamiento. Mi bici tocaba a sus dos vecinas, rectifico, mi manillar estaba metido entre los radios de la vecina y la del otro lado amenazaba con llevarse por delante mi casco si yo no salía antes del agua, en algún momento pensé en anudar el casco al manillar pero la idea de perder un precioso tiempo de más con mi vecino farmacéutico me enfermaba. Cuando nos colocaron para la salida, que se me hizo eternidad, me di cuenta que estaba en una posición más que conservadora, es decir, alejado de la boya y en la retaguardia, sin duda mi subconsciente no quería repetir el episodio de angustia acuática del Ironman, pensé que venía a divertirme y que más daba tener unos segundos de más en el parcial. Esto, evidentemente, trajo sus consecuencias, efectivamente nadé suelto y sin interferencias pero sin ningún nadador que me permitiera hacer drafting por delante lo que penalizaba mi velocidad, además no tenía precisamente mi mejor día, se podría decir que tuve una mala natación, pero eso fue lo que elegí, así que no iba a reprocharme nada, en definitiva dieciséis minutitos en el agua lastraron el resto de la prueba. No sabía el parcial de agua y por eso estaba de buen humor, cogí en un plis plas mi Vitus de veintiun años recién cumplidos y a dar pedal que esto parecía El Tour, gente por todos lados y la puñetera subidita inicial que pone los ventrículos a 200. El primer calimero que me tropecé fue Marcos en el momento de terminar la pendiente, me percaté que a mi lado estaba el gran Bienve del Costa Teguise y no nos separamos en toda la carrera, fuimos a relevo vivo y no paramos de apañar a lo largo y ancho de la carretera hasta que formamos, junto a la peña, un grupo de lo menos veinte triatletas de todos los colores, en el camino de ida me di cuenta que Jorge iba delante, luego Rayco, Iván, etc. pero en la bajadita cogí al Zorritus que perdía velocidad porque estaba algo grueso y ya parecía un lobo, se nota que elegir el color de las paredes y encalar muros dejan su efecto en la cintura, no obstante vendió muy cara su piel y luchó como el que más para evitar ser adelantado, algo que no ocurrió hasta que nos bajamos de la bici. Me conmovió tanto despliegue. A la vuelta veníamos a relevo algunos del grupo y otros no podían o no querían, no me gusta decirle a nadie lo que tiene que hacer durante la carrera porque estaba permitido chupar rueda y cada uno corre según sus intereses y posibilidades, tal como el Andy Schleck que sermoneó a Cadel Evans porque no tiraba del grupo perseguidor de Contador subiendo el Alpe D’Huez, aún así teníamos buen ritmo, estar dentro de un grupo grande con viento en contra es como tomarte un te en la campiña inglesa, el esfuerzo mayor es disolver el azúcar. Nos bajamos de la bici cuando casi atropello a una mujer que cruzaba la calle (emoción 100%) en un periquete estaba con las zapatillas sobre los adoquines y el speaker que tronaba, la carrera a pie era de trazado nuevo y no estaba mal. Me veo a Jorge, Mateo, Rayco e Iván de frente (el neo-padre estaba bajando el pistón pero no se me ocurría la loca idea de cogerle en un sprint) al llevar unos 2 km de galope vi delante al exbalocentista y cuando llegué a su altura la emoción no me dejó articular palabra y me salió un trilladísimo ¡Vamos! Era la primera vez que le adelantaba en la cortísima distancia y tenía que ser en este momento porque ha tenido que darse la coyuntura de dar biberones a esas horas donde reina la teletienda y los horóscopos de teléfonos 906 ofrecen amor y empleo junto a limpiar culitos por un tubo a la hora de Sálvame para que llegase esta epopeya. La venganza no atiende a atenuantes y menos en el triatlón. La última vuelta apreté lo que pude para que no me cogieran el Bienve y el semilobo y hasta esprinté porque un chaval quería quitarme el puesto. En cuanto llegue a la isla larga me pasaré por la farmacia a comprar lo que sea, unos palillos de algodón, una crema hidratante para pieles secas o unos tranquimanises para convidar al vendedor. Hay que saber ganar. La nota negativa de la jornada fue la lesión de Juan Pedro, nada más verle en los boxes al llegar supe que algo no cuadraba, esperemos que no sea nada serio y lo veamos pronto dando caña. Para acabar pueden ver en la imagen una muestra del más laureado cuarto segmento del triatlón canario, en ella se ve a los chicos del club confraternizando con los rivales mientras recuperan carbohidratos de cadena larga para la próxima carrera, porque el presi es para el triatlón lo que Karpov para el ajedrez, ya tiene en mente cuatro jugadas por delante (y para el cuarto segmento sería Messi).

jueves, 21 de julio de 2011

Reconocimiento del circuito




Esta mañana me fui a dar un paseo por el circuito de El Médano y estaban haciendo un simulacro de rescate en el agua. Si no tuviese memoria no me preocuparía pero los dos últimos años el mar estaba como para hacer más de un recate, esta vez parece que la cosa no llegará tan lejos porque el windguru dice que no pasará de 20 km/h y eso es calma chicha para el sureste chicha. El tiempo estaba nublado y vientito suave, mar calmado y temperatura de 23 ºC, una delicia oriental, pero es mejor no hacerse iludiones y venir preparado para tragar suero salino a mansalva. El llenazo estará asegurado y el equipo Calima hará de las suyas una vez más. Diversión asegurada con los chistes de Cándido Arguiñano. No se lo pierdan.

miércoles, 6 de julio de 2011

¿Quién dijo adicto?


Las bajadas son malas, casi en todos los sentidos se podría afirmar, los economistas le llaman deflación si los precios bajan, a priori algo chachi, que bajen los precios de las cosas de forma continuada y persistente es lo más parecido a una plaga bíblica para un experto en la macroeconomía. Para los trabajadores, regresar de las vacaciones es como una tragedia de Eurípides, bajar de la montaña del placer es duro duro. Para los desenamorados es la misma historia pero en versión aumentada y mejorada. Estar enamorado es como una fiesta de dopaminas en el cerebro en la que hay barra libre. Tras la fiesta no falla la resaca y todos saben que proporcional a la subida suele ser la bajada, y no siempre se recupera el nivel anterior. Para los triatletas, solo hay que ver el gráfico de la hoja de cálculo del volumen y darse cuenta del drama de las semanas posteriores al Ironman, parece el precipicio donde tiraban a los bebés espartanos que nacían con alguna deformidad. Las endorfinas están caras a estas alturas, por eso es mejor tener cuidado a donde se sube uno.