"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

domingo, 18 de marzo de 2012

Tabayesco no es una salsa picante

Triatlón con recorrido de ensueño, duro, decentemente organizado y apalizado por parte de los calimeros. Así se podría resumir el fin de semana triatlético, falta claro está lo imposible de resumir que son las barbaridades que llegan a tus tímpanos de parte de los calimas, que se dan intensamente en situaciones de aislamiento, se desatan los chicos y muestran todo su potencial juerguístico y de deformación de la realidad. Vamos por partes. Para empezar el agua estaba helada, tanto que pensé en que era verdad lo que dicen los científicos que dicen que el agua del mar que pasa por Canarias tiene su mínimo anual de temperatura en este mes ¡Y se trataba de un calentamiento! Para algo sirve la ciencia, y también para dar clases en el instituto, que no es poca cosa. El agua estaba cristalina, la arena, los pejeverdes y las rocas del fondo se agradecían. Salimos a la arena e hicimos un minuto de silencio en honor de Manuel Carreño, el dorsal Nº 25 que no estaba entre nosotros. Aplauso unánime. Suena la bocina. No hay golpes, no hay barullo, los problemas venían del fondo del mar, a los pocos metros de avance veias como las rocas estaban a un palmo de tu cara y no exagero, de hecho roce un par de veces con mi mano alguna de esas moles de la escollera. De repente olas, salimos del malecón y el atlántico rugía. La primera boya no se veía y yo seguía a los de adelante. Giro. No se ve la segunda boya, sigo a los que siguen a otros. Veo a Teo y a Juanma. Pájara entera estaba allí. Cuando me doy cuenta, entre el despiste y la corriente brutal estoy a la altura de un sitio muy lejano. Nadé muy bien, en serio, pero más distancia que el resto. La segunda vuelta fue calcada de la primera, uno no sabe que pasa con el mar a ciencia cierta, el mar es así. Salí del agua y en los boxes estaba Teo, Juanma y Brahim. Salgo con la bici sin mucho estrés y al poco me pasa Teo como una bala, estaba concentrado y serio. Veo a Mateo casi parado, a punto de retirarse. La ida a Orzola era entretenida y asquerosilla por el viento en contra. Juanjo me pasó sin piedad haciendo alardes de ir sobrado porque me soltó un par de chistes en diez segundos, se agradecen esos detalles porque te hunden la daga en el costado pero disfrutas mientras tanto. Es un figura. Me gustaba el paisaje, era territorio virgen para mi bici. El ritmo no era bueno. Pronto tendrían que aparecer los primeros, efectivamente ahí estaban y un poco más atrás Jorge, Teo, etc. Mi ritmo empezó a decaer a la vuelta y me percaté de que sería un día largo de verdad. La subida a Tabayesco era preciosa y dura. Un calvario. Los avituallamientos estaban muy separados unos de otros y casi no había comida así que el que se dejó las barritas en casa las habrá pasado canutas o se habrá parado a comer tuneras con cochinilla de Mala. Al llegar a la cumbre el paisaje me sonaba pero al revés, el viento era brutal y bajando a los valles la rueda delantera resonaba como el puente de Tacoma antes de caerse. Cándido debía estar al caer y efectivamente a diez de meta me alcanzó pero un despiste del veterano más las ganas de no dejarme coger me hicieron llegar antes a la T2. Al bajarme de la bici me dice una juez que me pusiera un chip, miro a mi pierna y no estaba la banda amarilla, me lo había dejado con el neopreno y no me había dado cuenta. A correr a ver si podía arreglar el estropicio. Viendo las ventajas era casi imposible así que me dediqué a disfrutar de la carrera y ver como Juanjo se merendaba a todo quisque para ponerse a tiro de los 925 puntos, porque los mil eran de Jorge. Pizzas, helados y bebida a la llegada para mi cuerpo maltrecho. Y solo quedan dos meses para el Ironman, habrá que currar duro todo todo.

jueves, 8 de marzo de 2012

Para, echa un vistazo y medita

El título de esta entrada es casi una entrada en si misma. Me encanta. Entiendo que casi siempre, por no decir always, que todo pasa aparentemente rápido y no reparamos en ellas, al fin y al cabo lo único que de verdad tenemos es tiempo (y es además limitado) y estamos más pendientes de lo que vamos a hacer que lo que estamos haciendo ¿Qué tiene que ver con el triatlón? Pues miren, si estás en medio de esta larga isla, por ejemplo entre Los Alares y La Corte, que es lo más parecido a una pradera de Arkansas en estas maravillosas islas, puedes olvidarte un instante del Garmin y parar a sentir el vientito en tu cara, ver las chuchangas (caracoles majoreros) trepar por la hierba, ver los gorriones cortejar a las hembras y a los conductores de coches pitarte para que te apartes de su camino. Eso es armonia. Otra cosa, al pararte debes intentar no tener remordimientos por hacerlo, no pienses que los otros triatletas irían a 32 km/h en ese tramo y tu te crees Sófocles mientras tu cuerpo pierde las adaptaciones conseguidas semanas atrás, y con lo que eso cuesta recuperar, y con las graves consecuencias que eso trae en el ranking majorero, y ver la carita de Cándido relamiéndose cuando te tiene a tiro en la bici....bueno, pensándolo bien....¡A entrenar como desgraciados sin ver nada más allá del manillar!

sábado, 3 de marzo de 2012

Por eso todas las pelis de miedo se hacen en faros

¿Quién me habrá mandado a mi a hacer esto? Es lo que pensaba mientras el agua del mar tocaba mis pies. Lástima la baja participación, en la arena había tan poca gente que estaba en primera fila y por detrás el público. Sonó la bocina y a meter un ritmo adecuado, alrededor no había mucho riesgo de golpes pero a mi derecha tenía a un viga que braceaba de forma muy abierta y dando manotazos al agua como con rabia, tanto era así que decidí que no lo quería de pareja y me fui para otro lado pero el chico me siguió y estuve todo el rato vigilando esos brazos de albatros. Fui mucho rato solo y en la segunda vuelta no veía a nadie, mala señal. Al salir del agua vi pocas bicicletas para lo que suelo ver y entonces entendí que iba a sufrir para recuperar posiciones. A meter caña pues, la carretera desierta y el siguiente ciclista allá lejos, sin embargo estaba casi seguro que el que se veía a unos cuatrocientos metros era Pacote. Pensé que lo cogería. Por detrás aparecieron Brahim y Juanma, nos estuvimos pasando mutuamente hasta que en Tuineje me puse un poco por delante, íbamos a buen ritmo y con el viento de popa había optimismo. Pacote seguía allá adelante y no cedía. Estaba relativamente contento pero sabía que quedaba la parte interesante por llegar. Nada más bajarme de la bici tenía a Brahim a mi lado, calculé que tardaría poco en dejarme pero va y me dice que me acompañaría porque estaba sopesando retirarse y en la primera subida se queda rezagado. Tenía que estar bien mal para que eso ocurriese. Juanma no había llegado, la primera subida es muy dura y no se corre con ritmo sino con el alma, tenía que haberles dicho a los organizadores que con mis ochenta kilitos ese perfil de ruta parecía diseñado por un enemigo íntimo. En la bajada previa al faro me alcanza Juanma y me coge pocos metros, recuperé la delantera en la escalada al faro y entonces aparecieron esas rampas que te hacen la vida imposible. Un pie delante de otro. Ritmo asqueroso y al coger el coletero de manos del voluntario Alberto (El de Plástica) volver para meta. En la bajada Juanma no se dedica a preservar sus rodillas y baja como una moto, consiguiendo una ventaja que sería definitiva. Más adelante Brahim me pasa y deja tirado a Juanma. Por detrás Sito estaba desencajado y Juan José con su sonrisa eterna y su buen rollo. Al llegar a meta me quedé con el regusto de que esta no era mi carrera y que podía haberlo hecho mejor pero las excusas además de inútiles son fastidiosas y como consolación me dicen que quedé primero de mi grupo de edad, con trofeo incluido.  Lo mejor de todo vino con las mentiras de mediana intensidad de los calimeros y sobre todo la guerra sicológica de Brahim que la ha convertido en un arte, cuando me dijo que se retiraba y luego me dejó como un kleenex usado pensé que tuve que haber sido muy malo en mi vida anterior para merecer esto. En el otro extremo Juan José cuya candidez le hacen decir solo verdades por lo que los chicos del club le miran como a un bicho raro. Este club es la monda. No está mal para un sábado de carnaval ¿No?