"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

domingo, 14 de abril de 2013

El Challenge es como un pimiento de Padrón

No pegué ojo en toda la noche, sabía lo que iba a sentir al día siguiente con el añadido de que nunca había hecho un  half  con tan pocas semanas de preparación y con tan pocos kilómetros en las piernas. Por la mañana recogía a Sito y nos fuimos como a la guerra. Ambiente de Ironman, oscuridad, frío, zombis y bicicletas. Últimos retoques, pegar barritas al cuadro, zapatillas, revisar por quinta vez el material. Me voy al a la playa, todos los calimas allí en un corro poniéndose vaselina y diciendo disparates. En la arena no tenía nervios, doy unas brazadas y compruebo que se podía nadar estupendamente, día maravilloso. Suena la bocina y al agua sin golpes ni agobios, la gente muy educada se colocaba y entendía que no hacía falta trepar por ninguna espalda para llegar a meta, ya habría tiempo de coger ventajas o de perderlas. enfilo hacia la segunda boya y nadaba con soltura y potencia, me sentía eufórico, me sentía nadador. A mitad de recorrido veo a mi lado al único que nada sin mangas en el neopreno, era el gran Sito -Esto marcha, pensé- fuimos juntos todo el rato y al final apreté solo para poder decir que salí del agua antes que él, eso no tiene precio. La transición era una eternidad y me lo tomé con tranquilidad que no lentitud. Ya en la bici, a las pocas pedaladas hice lo que hago siempre, inventario de partida para ver como será el día, creo que en las primeras pedaladas sabes como vas a estar, es esa sensación inicial la que te da pistas de lo que puedes ser capaz de dar ese día. Test superado, iba a andar bien en la bici. Ritmo bueno, no me pasaba gente. Llegan las Hermosas y pongo el regulado rporque pasarse allí te condena, hay que hilar fino en sitios como ese, la euforia te puede traicionar. Bajo a todo gas y entramos en el corazón de la prueba, la subida de Chilegua es desmoralizante, parece que nunca va a acabar, parece que no avanzas y menos mal que el viento en contra era suave brisa. Fue ahí donde Juanjo me alcanzó y me cantó un clásico verbenero pero desafinado, bien es verdad que no era un momento propicio para cantar nada con un mínimo de calidad. Llegué arriba con margen de confianza. Bajadas y subidas, bajadas y subidas, ya me conocía la montaña rusa que venía después y llegados a Pájara solo quedaba remachar el segmento en esa bajadita a casa que debe tener un surco en el asfalto con mi nombre. Casi en Las Playitas me alcanzó Iván B. y conseguí no descolgarme e incluso entrar antes en los boxes. Habría que sufrir. A correr con mucho sol y calor, quedaban 21 km con un puerto de 70 metros de altura que había que pasar cuatro veces, lo que la convierte de facto en el Mont Ventoux de las medias maratones. Cuando me acercaba a Gran Tarajal me encuentro de frente a Teo, Jorge, Juanjo, Tavío y Sito. Mucha distancia para mi estado de forma y detrás estaba Iván amenazante. Cuando empezó la segunda vuelta las luces se apagaron, supongo que mis reservas de glucógeno se agotaron y pasaron al consumo de grasas, en definitiva, corría de pena y me dediqué a reservar algo para salir bien en la foto con los dos pies despegados del suelo, todo era precioso hasta que siento pasos a mi espalda, quedaban quinientos metros para meta y tenía que ser imposible, miro atrás y veo la cara de Iván que me iba a a adelantar, parecía la típica película en que parece que el bueno se ha salvado y en el último instante un tiburón sale del agua y se lo lleva a las profundidades. Saqué las útimas reservas del depósito y conseguí, con un susto monumental, lleguar a meta. Saludé con un abrazo a Iván en agradecimiento por hacerme correr. El día me dió otra medallita para la colección y muchos recuerdos para mi cabeza.

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