"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

sábado, 19 de enero de 2008

Duatlón La Santa: Mejor imposible


Hoy corrimos los calimeros, El León (es que es otro tipo de calimero) y yo en el Duatlón de La Santa (5 km corriendo, 20 km en bici y 2,5 km otra vez corriendo). Antes de empezar con lo la crónica voy a felicitar al ganador, un belga llamado Joerie que me dejó alucinado, ese hombre no corría, más bien volaba sobre el asfalto, luego felicitar entrañablemente al zorro (perdón, quise decir Salvi) que fue el mejor de los majoreros hoy, tal y como yo predije en el artículo de hace unos días, y por supuesto al resto de la expedición majorera que se batió el cobre en La Santa.

Y ahora, en segundo lugar, quiero hacer una pequeña crónica de lo que aconteció (desde mi perspectiva claro, que para algo es mi blog) y ahí va: el piestoletazo de salida sonó y esos caballos se desbocaron, cerca de mi iba Guti que hizo una primera vuelta increíble, más adelante Agustín y Cándido a ritmo de crucero, y yo relativamente bien, el corazón y los pulmones al 80% y las piernas andaban. Después vi a lo lejos adelante un mono blanco que era el de Rafa, evidentemente salió como un galgo en celo detrás de la galga (Salvi estaba cerca) al dar el primer giro vi al resto de los compañeros y entre ellos estaba el León con cara imperturbable (¡Como un León que es!), yo calculé que de seguir así seguramente le ganaría la primera batalla del día (según el guión), yo estaba acojonado ante los rugidos que había sentido en el viaje de Gran Tarajal hasta La Santa (Señores, oír rugidos desde las 6:00 hasta las 10:00 acojona a cualquiera, ¿o no?), mi miedo era que los rugidos iban encaminados al sector de bici, y que según los indicios hasta el momento, yo terminaría mordiendo el polvo de Tinajo. Nada más empezar la bici, vino la cuestita de rigor que me puso el corazón a 234 ppm y que como es normal se le atragantó a muchos, eso me dio la posibilidad de adelantar a alguna que otra gente desconocida y que perimtió que llevara un guiri a rueda (es que con el viento de frente se sufrió algo más que el año pasado, ¡Pero es que este año el viento siempre estaba de frente, caray!) yo ya temía por mi integridad y subconscientemente sentía el haliento del hocico felino en mi nuca, pero El León no aparecía. Sin embargo me trincó Cándido donde siempre, al finalizar la subida, para entonces estaba algo afectado por el esfuerzo y chupé un poquillo de rueda hasta recuperarme (gracias Candi, eres un puntal). Nuestro grupeto cogió a Agustín (ñoss decía yo, menudo ejemplar trincamos) casi empezando la bajada y a Rafa lo cogimos casi llegando al final de la misma, entonces Cándido dio un palito, casi sin querer, en el llano y nos sacó casi 30 segundos, Rafa se quedó y perdió mucho tiempo en el llanito. La transición me salió bordada y salí increíblemente por delante de Cándido que debe ser se estaría tomando un Martini on the rocks en los boxes y casi a la par que Agustín. Al empezar a correr me entró una pequeña pájara y los dos calimeros me pasaron, en ese momento pensé, algo es algo, por lo menos El León no me comió en la bici y además no se oían los rugidos alrededor. Cuando dimos el último giro mi Ciclo de Krebs estaba engrasado y empezó a carburar de nuevo y al mismo tiempo Cándido y Agustín debían haber agotado sus depósitos de glucógeno porque entré a meta por delante de esos dos portentos y por detrás del zorro Salvi. ¡Ah, ya me acuerdo! cuando yo estaba corriendo por la zona de los aparcamientos de La Santa hacia meta me crucé con El León que seguía con su cara imperturbable, ¡Que para eso es El León!.

¿Y que pasó después? Todos en mi furgoneta descansamos, de oir GRRRUAARRR, GRUARRR pasamos a oir miaaaaaaauuuuu.

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