Lo del esfuerzo hace tiempo que no es nada cool como diría Miley Cyrus en su show, el esfuerzo isn't pretty cool, right? Pues eso, llevamos la tira de tiempo viendo como los futbolistas de los equipos punteros ganan la pasta gansa y se besa por donde caminan y sin embargo un pro del triatlón de larga distancia no lo conocen ni en su barrio. El caso extremo de este comportamiento humano de que si no sales en la tele no existes es el de los trabajadores voluntarios que están intentando controlar el desastre de la central nuclear de Fukushima, es verdad que no es deporte pero puede ayudarnos a darnos cuenta de lo injusta que es la vida. Esos héroes, no se me ocurre decirlo de otra manera, van a una muerte segura, y lo saben perfectamente, por el simple hecho de que alguien lo tiene que hacer, alguien tiene que ir a enfriar esas barras de uranio en plena fisión nuclear para evitar que una región habitada por millones de personas caiga en la hecatombe, para que otros tengan un futuro. Todavía la gente no se sabe los nombres de estas personas de memoria, algo alucinante. Ganan menos de 100 euros al día, creo que dijeron 80 euros, debe ser un error, porque me parece imposible, pero piensen que un famoso futbolista gana 2800 euros por cada hora que pasa, esté o no jugando, valen también las horas de sueño y de asueto. Gana 78 céntimos de euro por segundo, que no parece mucho, pero en lo que dura un Ironman gana lo mismo que yo en un año. Los tios esos de Japón son invisibles, no son ricos ni lo serán, además ¿De qué les valdría?
Esto del triatlón de larga distancia es de esas cosas que si tuvieran que pagarlas para que alguien las hiciera nadie las haría. Lo mismo pasa, salvando las distancias siderales y el abismo del drama que supone, con los trabajadores de Fukushima. Por eso hay cosas que son difíciles de entender si aplicas el criterio economicista. No todo se mide con el dinero.
Volviendo a la superficialidad del deporte les contaré que la agencia de meteorología española se equivoca de vez en cuando, vaya novedad dirán, pero es que hay veces que se pasan, para muestra un botón, el martes pasado el viento previsto era Norte a 29 km/h. No problem, pensé, me subí a la cabra voladora confiado, la palmera estaba doblada pero pensé que era debido a las lluvias o yo que sé, alguna vez deben doblarse, ¿no? No habían pasado diez kilómetros cuando me di cuenta que esos dichosos 29 km/h eran una pura fantasía, según mi experiencia debía haber más de 40, es decir, cuando empiezas a preguntarte si es buena idea esa de andar sobre la bici. La razón última de abortar el entreno fue cuando casi me tira al suelo una ráfaga cerca de Tuineje. Lo que tenía que ser tres horas pasó a poco más de una hora, la vida tiene esas cosas, nada es lo que parece, nada es como debería, todo es puro azar y mejor no amargarse que estamos tres días en este mundo y parece que uno de ellos tiene las palmeras dobladas.
Esto del triatlón de larga distancia es de esas cosas que si tuvieran que pagarlas para que alguien las hiciera nadie las haría. Lo mismo pasa, salvando las distancias siderales y el abismo del drama que supone, con los trabajadores de Fukushima. Por eso hay cosas que son difíciles de entender si aplicas el criterio economicista. No todo se mide con el dinero.
Volviendo a la superficialidad del deporte les contaré que la agencia de meteorología española se equivoca de vez en cuando, vaya novedad dirán, pero es que hay veces que se pasan, para muestra un botón, el martes pasado el viento previsto era Norte a 29 km/h. No problem, pensé, me subí a la cabra voladora confiado, la palmera estaba doblada pero pensé que era debido a las lluvias o yo que sé, alguna vez deben doblarse, ¿no? No habían pasado diez kilómetros cuando me di cuenta que esos dichosos 29 km/h eran una pura fantasía, según mi experiencia debía haber más de 40, es decir, cuando empiezas a preguntarte si es buena idea esa de andar sobre la bici. La razón última de abortar el entreno fue cuando casi me tira al suelo una ráfaga cerca de Tuineje. Lo que tenía que ser tres horas pasó a poco más de una hora, la vida tiene esas cosas, nada es lo que parece, nada es como debería, todo es puro azar y mejor no amargarse que estamos tres días en este mundo y parece que uno de ellos tiene las palmeras dobladas.