(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)
viernes, 21 de octubre de 2011
210
domingo, 16 de octubre de 2011
Play it again Sam
miércoles, 12 de octubre de 2011
Los clásicos no mueren
domingo, 9 de octubre de 2011
Planeta Kalima (Capítulo XI: El día D)
04:19:58 00:00:45 19 McKenzie, Luke 30 Bend OR USA
04:20:00 00:00:47 6 Vanhoenacker, Marino 35 Jabbeke W.V BEL
04:20:01 00:00:48 99 Limoneros, Kándido Tetir FUE ESP
Nada más llegar a la T2, Nuestros chicos empezaron a adelantar posiciones junto a Crowie que volaba, pero nuestros chicos le iban comiendo la moral relevándose en cabeza. El aussie sabía que no tenía nada que hacer con los dos calimeros. En condiciones normales el zorritus tendría que estar allí con ellos pero había pinchado junto a una hamburguesería Big Kahuna y se quedó a pedir un menú Alii Kailua con salsa barbacoa incluida. JuanP estaba en el liderato de su grupo de edad pero no estaba, evidentemente, con los pros. En una de las vueltas vieron como Julie Dibens que lideraba a las chicas estaba caminando, le chocaron la mano para animarla pero iba fundida. Crissie se la comería con papas. La subidita de la Palani Hill era dura pero nuestros chicos la subían a 3:45. En los últimos cinco kilómetros habían dejado atrás a Crowie que no podía con los caballos majoreros y nuestros héroes se miraron a falta de quinientos metros, decidieron entrar juntos para sacarse la foto que decoraría la sede del club. Kándido frenó un poco y dijo: tú primero compañero. No tú, le respondió Vene, Que te he dicho que tu primero. En esas disputas estaban a falta de unos míseros diez metros, sacándose fotos con los niños cuando a su lado pasa Crowie entrando en meta y levantando la cinta de winner. La generosidad de nuestros deportistas no tiene límite, pero lo que hicieron tiene otro nombre, el presi se los comería cuando se enterase.
viernes, 7 de octubre de 2011
Planeta Kalima (Capítulo X: Los albores de la batalla)
Nuestros calimeros deben estar durmiendo a la hora en que estas líneas salen a la red, acaban de empacharse de lasaña, tortellini y helado sabor Málaga y menta que son los únicos sabores que quedaban en las bandejas, los típicos sabores que quedan tras el arrase de fresa y chocolate. Deben estar durmiendo como lirones porque como Hawaii está en medio del Pacífico debe haber al menos once horas de diferencia con nosotros, así que allí es noche cerrada a esta hora. Si retrocedemos un poco deberíamos saber que nuestros adorables calimeros se buscaron un sitio agradable y sin estrecheces para alojarse, se trata del King Kamehameha's Kona Beach Hotel, en primera línea de playa y cerca de todo, el equivalente a Los Fariones para Puerto del Carmen, pensaban que estarían alejados de todo pero lo mismo pensaron Los Raelert, Timo, Marino, Rasmus y Craig Alexander. De hecho estaban nuestros chicos arrastrando las maletas con las bicis cuando en la recepción estaban sus competidores charlando distendidamente y pegados al mostrador, Cuando aparecieron los calimeros ellos callaron inmediatamente, se notaba que la presencia de los calimeros causaba respeto. Todos giraron su cabeza hacia nuestros hercúleos ases y fue cuando Marino y Rasmus, que eran casi de la familia fueron a su encuentro a abrazarlos. Los demás se quedaron de pie y levantaron las cejas mientras levantaban la mano educadamente. No había tanta confianza y el pique es el pique. Pura guerra sicológica. Vene miró a los Raelert y no quitó la profunda mirada hasta que ellos la desviaron, había fuego en los ojos del canarión. Kándido miró a Timo y sostuvo la mirada hasta que le picó el ojo, había otro tipo de fuego en su mirada. JuanP como es un buenazo les hizo un ademán cómplice y el presi como es un relaciones públicas nato se fue hacia el grupo de estrellas no majoreras y les gritó un ¿Qué passssó? Chacho Craig, te veo fino, joder, y tu Andreas te veo muy bien…..tras unos segundos de risas tensas el presi les despidió con una palmada en el hombro. La guerra había empezado. Nada más girar la cabeza se encontró con la inconfundible estampa del Macca. No tenía tanta confianza con el aussie y se ignoraron mutuamente, el peor de los castigos para un triatleta. Sin embargo si le estampó dos besos a Crissie y a Bella que pasaban por allí, le preguntaron por Ivan jr., estuvo un buen rato contándoles que sube 200 gramos por semana y que ya le tenía hecha la prematrícula en la Universidad de Duke, porque eso del triatlón estaba mal pagado exceptuando a figuras como Macca y Venearo.
miércoles, 5 de octubre de 2011
Planeta Kalima (Capítulo IX: Paris era una fiesta)
Nada que ver. Eso es lo primero que le pasó por la cabeza al presi mientras bajaba la escalerilla del avión que les puso en las antípodas de nuestras islas. Nada que ver con los mega-aeropuertos últimamente visitados por nuestros héroes en su periplo americano, casi que el aeródromo majorero era más espléndido. Pero estaban en Kona y eso mola mogollón, sobre todo para fardar con los calimeros y restregarles por la cara que estuvieron en la isla grande de las Hawaii. Ya se sabe, la mitad del placer de los viajes está en contarlo a la llegada. Estaban en la pista subiéndose a la guagua cuando el iPhone con funda Hello Kitty del farmacéutico vibró y sonó con la melodía del día: “Si una vez dije que te amaba, hoy me arrepiento…” de Selena, canción que le cautivó en su juventud verbenera. Era Raúl Sánchez (el realejero) según mostraba en la pantalla táctil el aparatejo diseñado por Steve Jobs y sus empleados de Cupertino, California. Como estaba prohibido coger el móvil hasta llegar a la terminal, como bien advierten en los Binter al llegar a cualquier isla canaria, no lo cogió porque temía al eficiente estado policial que pisaba. Al otro lado del planeta estaba el calimero del Valle de la Orotava que simplemente pretendía saludarles y recordarles que mientras ellos estaban en el Pacífico, él y otros chicos se batirían el cobre en el Ocean Lava en Lanzarote el próximo sábado, de paso quería preguntarle si le quedaban monos nuevos porque el de él estaba más gastado que el de Juan (el espía chino) que ya era difícil. Nada más colgar, Raúl se preguntaba si valían la pena todo el sufrimiento que acarrea esto del triatlón. La pregunta que se hizo tiene su porqué, para empezar, como casi todos los calimeros (y por extensión toda la humanidad) tienen una doble vida o como mínimo algo que esconder. Ya lo dice el Dr. House, todo el mundo miente. De entrada nuestro Raúl no se llama así, su verdadero nombre es Raúl S. Street. Nació en la isla de Manhattan y es hijo del dueño del Carnegie Hall, nada más y nada menos que el teatro con más glamour e historia de Nueva York. Como se podrán imaginar a nuestro Raúl no le faltó de nada en su niñez, vivía en uno de los exclusivos pisazos del edificio Dakota colindantes con el Central Park, estudió en el I.E.S. Manhattan y fue en sus pasillos donde conoció a su primer amor, Paris Hilton. La chica era obesa de adolescente, tenía granos y estaba a años luz de la criatura en la que se ha convertido. Sobre todo, no vestía siempre de rosa. Pero Raúl la quería de verdad verdadera. Se fugaban de física y química para darse cariñitos en las zonas poco transitadas y se juraron amor eterno, pero como siempre algo absurdo rompe lo más valioso. La tragedia nació cuando apareció en la clase un chaval que luego daría que hablar, se trataba de Tom Cruise que se fijó en la rolliza millonaria nada más cruzar la puerta del aula. Para hacernos una idea del impacto que causó entre las chicas del centro, pensemos que acababa de estrenarse Risky Business, y estaba fraguándose Top Gun. El no va más de las quinceañeras (y de las más talluditas). Tras dos clases y un recreo desde la llegada del galán, Paris le dijo a Raúl la frase universal, temible como una enfermedad incurable: ”Necesito mi propio espacio”, y por supuesto, ese espacio se llamaba Tom. Tras oir el crujido de su corazón, Raúl cogió las maletas y se subió al primer avión que salía del aeropuerto JFK. Iba para Tenerife. Lo demás es historia.