Viajar es el mejor remedio para el nacionalismo extremo igual que estudiar astronomía (o ver documentales de La 2 sobre el tema) lo son para el egocentrismo y si no reparen en que, tal y como vi en la tele el otro día, a este planeta le quedan quinientos millones de años para dejar de ser habitable, cien millones arriba o abajo, porque el sol se va a hinchar como un globo rojo y nos va a hacer la vida imposible hasta arrasarnos. Resulta que los humanos (o lo que sea) que estén vivos por esa época tendrán que irse de aquí o llevarse el planeta consigo ¿No es una pasada? No me imagino nada más interesante que hablar en esas tardes de tedio con una cerveza en la mano. Los partidos Madrid-Barça o la crisis nos parecerían gilipolleces al lado de semejante asunto.
¡¡¡Chacho, que el mes que viene tenemos que hacer las maletas para irnos en la nave 504 para nunca más volver a ver la Playa de Gran Tarajal!!! se oiría en este pueblo una y otra vez o también es factible escuchar en la cola del supermercado algo así como "Ese superasteroide remolcado por una nave que nos está arrastrando gravitacionalmente desde hace un mes crea unas mareas tan grandes que se ha inundado el barranco con el agua de mar y lo peor es que mi garaje se llenó hasta las tachas chica!!!" Tal vez esto último de arrastrar el planeta sea más factible porque si fabrican naves para irnos en ella ¿Habrá sitio para todos? ¿Habrá clases en distintas cubiertas como en el Titanic? ¿Y si nos toca una nave distinta a la de nuestros amigos? Una putada esto de las naves de escape, por no decir un detalle, que el viaje en las naves duraría siglos y habría muchas generaciones de personas que nunca llegarían a pisar tierra porque la pregunta más potente será ¿Y a donde ir? Parece que Europa, la luna de Júpiter, tiene muchas papeletas para servir de estación intermedia pero esa luna no es precisamente un resort con spa porque está congelada y bien congelada. Estamos jodidos. Menos mal que no tenemos que pensar en eso todavía, pero todo llegará.
Este es un blog dedicado al triatlón y por pura coherencia debo incluir, aunque sea tangencialmente, algún resquicio del deporte que me ocupa bastante tiempo de mi vida, y no solo de la ficción que tanto me gusta sino de la real aunque algún filósofo me daría más de un punto de vista. Pues se podría decir que estoy en medio de la planicie de la nada, me he desconectado del estrés de la competición lo que significa que los entrenos no tienen mucha intensidad y tres cuartos de volumen, unas vacaciones en toda regla. Necesitaba unas "holidays" triatléticas fuera de la tradicional semanita de descanso de octubre intertemporadas. Uno se cansa hasta de lo que le gusta.