"Tráncame", así aparecía el mensaje en la pantalla del Samsung SII mientras sonaba el tono tubular bells. Sito paró a un lado de la calle su coche porque alguna que otra vez casi se mata debido a esas distracciones con el móvil. Abrió la aplicación gratuita "Lift remote control lite" que le permitía manejar a su antojo cualquiera de los ascensores instalados por su empresa desde su móvil, tras elegir la dirección en "Mis favoritos" pulsó "Bloquear". Respiró aliviado, tenía que ser rápido porque bloquear un ascensor con personas dentro era un arte que requería un gran sentido del timing. Sito, además de insigne triatleta del Club Kalima era un experto en ascensores, su pericia era tal que los arreglaba en un periquete y el tiempo sobrante se iba a La Playitas a nadar o a la pista a correr. Siempre estaba entrenando y todos creían que estaba en el agujero. Además de entrenar de forma compulsiva también era un romántico empedernido y creó una empresa en la red que ofrecía "Encuentros fortuitos que no lo son tanto", resumiendo se puede decir que encerraba a algún incauto/a junto a su cliente por un módico precio o incluso de forma gratuita si el servicio le gustaba. Por ejemplo, si querías quedarte encerrado en el ascensor casualmente con alguien solo tenías que pactar con Sito el momento, cuando estabas dentro le mandabas un wasap con el código "Tráncame" o "Tráncame ya" y nuestro calimero procedía. Este servicio estaba encaminado a enamorados tímidos que buscaban el momento propicio para declarar su amor pasando a la acción sin dilación o porque su amada/o era muya activo y no paraba quieto de manera que solo encerrándole tendría opción o también para parejas que querían vivir una fantasía algo salvaje y que ya habían agotado el morbo de hacerlo dentro del coche, la casuística era interminable porque todo el mundo, en mayor o menor grado, ha querido quedarse encerrado con alguien en un ascensor, pero ya se sabe que los milagros se buscan. Para grupos había tarifas especiales más caras porque el ascensor podía sufrir daños irreversibles y luego él tenía que darle explicaciones al jefe y a su compañero Chema que no compartía sus inquietudes celestinescas.
¿Ya está? Camina, anda que tengo ganas de ir a buscar el dorsal, le decía Marcos desde el asiento trasero a Sito, a su lado estaba Kándido que era otro de los calimeros que iban al triatlón Casino Arrecife. Sito paró en la puerta del hotel porque de todos es sabido que en la playa del Reducto no se puede aparcar salvo milagro, en un instante habían descargado el coche y nuestro héroe se fue a buscar aparcamiento. La recepcionista era una chica muy simpática y guapa que naturalmente en seguida puso sus ojos sobre Kándido pero este no le daba cuartelillo. Marcos cogió la llave, en un llavero de medio kilo que ponía 303. Me ducho primero, dijo el menudo Marcos mientras Kándido se miraba las uñas y respondía con un -siempre lo mismo, a ver si un día me sorprendes guapetón- Se metieron en el ascensor y antes de llegar al segundo piso el ascensor se quedó bloqueado. Marcos empezó a sudar y con tono amenazante le dijo a Kándido "Ni se te ocurra".
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