"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

domingo, 30 de mayo de 2010

Uno va aprendiendo poco a poco


Y lo peor es que tiene que pasarlo uno para comprenderlo, nadie aprende en carne ajena. Por ejemplo, el año pasado Agustín me decía que llevaría su propia comida en el Ironman, yo le respondía que en Roth los avituallamientos eran como un buffet de la cadena Sol Meliá, craso error, al IM de Lanzarote llevaré mi propia comida porque cada vez los veo peor en cuanto a alimentos sólidos, en cuanto a las bebidas cada avituallamiento es una auténtica lotería, las bebidas isotónicas pueden pasar de ser agua destilada con trazas de colorante a ser salmuera color naranja, que yo recuerde solamente en el primer avituallamiento, antes de Uga, acertaron con la dosis. Este año en la carrera a pie me di cuenta que solo puedo sobrevivir con geles de sabor suave, no voy a decir la marca a menos que me patrocinen, porque las que da la organización -powerbar- parecen dulce de leche pasado por el microondas, son sabrosas como postre o para una salidita de 12 km a 23 ºC pero se me hacen duras de tragar a 30 ºC y en una maratón de IM. Otra cosa a evitar: mojarse las zapatillas al correr, esto es un pasaporte para las ampollas. Nada de mojarse los pies entonces. Tampoco debe uno olvidarse de ponerse crema protectora, así que no se olviden de ponerse en los boxes antes de salir, pantalla total si puede ser. En mi caso me ha ido bien las zapatillas de correr con mucha amortiguación, aún a costa de sacrificar estabilidad, lo primero son las rodillas. etc
Ya lo he dicho, el siguiente IM empieza cuando cruzas la meta del anterior, así que a prepararse pues.

Un Ironman es droga dura


La evidencia es que los Pájara Big Boys se quieren apuntar para el año que viene, Raúl mi ex-alumno y Paco nada más probar la droga se engancharon. Teo les ha advertido de que no es moco de pavo el asunto pero por un oído les entra y por otro les sale. Además la iscripción al IM 2011 está corriendo ritmo de vértigo, ya van por 520 inscritos y no va una semana desde que se abrió. No quedará más remedio que decidirse pronto, o Frankfurt o Lanzarote, ambos el mismo año me parece demasié pero nunca se sabe a donde llega el frikismo de uno. Además está ese rumor o leyenda urbana de que el 2011 será el último de la marca IM en Lanzarote (lo dudo mucho) así que me gustaría tener tres medallitas de esas colgadas en la habitación junto a la de Roth. Frankfurt me parece cojonudo porque puedes hacer medias de más de 30 en la bici, algo que en Lanzarote solo puede ser un día como el pasado 22, que no se movía ni una ramita. El punto a favor de Lanzarote es su espectacular segmento de bici que la hace especial aunque no se vaya como una bala y que los calimeros llenan la carrera, si quieres risas ésta es tu carrera.

viernes, 28 de mayo de 2010

La resaca


Tras la fiesta toca recoger la casa, paracetamol, fregona, bayeta y pedir disculpas a los vecinos por el ruido de la juerga. En el caso del Ironman, mis piernas quedaron peor que el año pasado, la peor técnica de carrera entre el 21 y el 32 pasó factura a mi gemelo derecho y a algún músculo más que no sabía que tenía, así que entre domingo y el martes parecía robocop, el miércoles ya no aguanté el monazo y me fui a la piscina y a fe que me sentó de maravilla, mejor que un spa vaya, fuera problemas musculares del taponazo. Ayer me atreví con 45 km de bici y todo perfecto, si es que ser un ironman tiene sus ventajas, para empezar la gente flipa con lo que haces y luego en el aspecto mental estás de una moral estratosférica, que si te disparasen las balas rebotarían en el pecho. Por otra parte en toda fiesta que se precie siempre hay metidas de manos, declaraciones de amor y alguna discusión por asuntos más o menos importantes, después de la fiesta todo queda más o menos igual que antes por muy dura que sea la resaca.
Lo más importante es que la próxima fiesta empieza tras la resaca de la anterior. ¡¡¡Así que a entrenar mis frikis del alma!!!

lunes, 24 de mayo de 2010

Un día casi perfecto



No hizo falta el despertador, media hora antes de sonar ya había encendido la tele, pero es que desde las dos en adelante ya no dormía ¿Qué más da? Era un Ironman. Me afeité para salir decente en la foto y me vestí en un periquete, seguro que Teo ya estaba listo para desayunar y efectivamente allí estaba, con los ojos abiertos un palmo, desayunamos lo que a las cinco de la mañana se puede desayunar y listos para los boxes sin pestañear. Es increíble el poco ruido que hay a esa hora en un grupo de miles de personas, los triatletas parecían una masa de zombis buscando carroña, todos a lo suyo claro, que si inflando la rueda, que si tocando el sillín, que si sopesando seriamente subir descalzo o con calcetines por la cuesta de la playa, detalles que a un mortal le parecen chuminadas y que a un triatleta medio le ocupan un buen rato la cabeza. Tenía ganas de ponerme el neopreno porque hacía bastante fresquito y después de charlar un rato con un gallego que tenía mariposas en el estómago me metí en la mar y el agua estaba helada para mi gusto, fui a buscar mi sitio entre la basca y no fue asunto fácil, literalmente te tocabas con todos tus vecinos, no había posibilidad de elección en esos momentos para mi, no me podía mover de mi sitio y me había tocado el epicentro del terremoto en la pedrea, para relajarme me puse a hablar con mi simpático vecino alemán y casi sin quererlo sonó el disparo, pasaron unos veinte segundos antes de mover un músculo, luego caminar, luego trotar y al agua, ruido y espuma de brazadas, los primeros metros estaba bastante holgado pero eso duró hasta que la gente que entró en el agua a lo largo de 50 metros de orilla se comprimió a menos de la mitad de esa distancia y de ahí a unos diez en la primera boya, entonces si que cobré, patada en el pecho y las gafas, intentonas de ahogarme sin premeditación, cogotazos y cosquillas en la planta del pie. Recibí de lo lindo más o menos los primeros tres kilómetros, sobre todo porque me sentía bien e intentaba adelantar a esos roperos de cuatro puertas, cuando tenía pasillo lograba avanzar y sin estrés alguno -tablas se llama a eso- al completar los primeros 1900 vi como marcaba el reloj luminoso los 32 minutos ¡Esto marcha! Pensé, todo iba sobre ruedas y la segunda vuelta con la misma tónica se me fue enseguida, a la salida del agua no se me ocurrió ver el reloj y como nunca llevo crono en competición no tenía referencias (al final supe que bajé mi tiempo en tres minutos), tardé una eternidad en quitarme la goma bajo la ducha -eso que llaman ley de Murphy- a la tienda a cambiarme sin prisa pero sin pausa, ¡Vístete despacio que tienes prisa! Subo por la rampa y me encuentro con Raúl y me suelta un ¿Te pusiste crema protectora? Seguro que puse cara de tonto y me pasó por la cabeza un ¡La madre que me parió! Tenía casi un 100% de posibilidades de achicharramiento grave pero no iba a ir atrás ni loco, menos mal que me puse antes de salir un botito que me regaló Teo de ISDIN factor 40 y pensé que a lo mejor bastaría, me subo en la bici y el río de ciclistas alcanzaba la vista, lo de siempre hasta Puerto Calero en que la subidita estira el gentío y que afortunadamente me da tiempo de pedirle parte de los plastones de crema protectora que tenía un tal Alain de Francia, los triatletas suelen ser solidarios y me dio un poco de crema de su hombro derecho. El primer conocido a la vista fue el León que tenía claro que ayer iba a ser finisher y estaba regulando, seguía a buen ritmo en parte porque ya me conocía la ruta y en parte porque quería probar un Ironman en el que diera caña desde la bici a sabiendas que sufriría después. Tenía razón. La bajada al Golfo fue como la de un AVE y en la subida de los hervideros me pasa el gran Bienvenido (del Costa Teguise) como si fuese Cancellara que me saludó cortésmente, ya se sabe que lo cortés no quita lo valiente. Yo seguía a lo mio marcándome un ritmo chachi pero fue a partir de Timanfaya cuando empecé a sentirme mejor, es en esas rectas y bajadas de Tinajo donde di las gracias a mi cabra voladora por lo rápida que es cuando puedes rodar sin viento. Una gozada. Volví a verme con Bienve, pasándonos mutuamente al menos veinte veces, con este chaval de Tinajo se pueden hacer veinte Ironman seguidos sin pestañear, así que muchísimas gracias al 1188. Famara OK. Subida a Teguise OK. Lo mejor empezó en la subida de Los Valles, el año pasado sufrí bastante allí. Este año subí cómodo y ni los aerogeneradores me acojonaron, la parte más dura del recorrido fue la que mejor pasé, estas cosas me maravillan, esas curvas de 180º que miran al cielo me parecían encantadoras. Mirador del Río OK. En la bajada vi como en una de esas endiabladas curvas estaba el chico canadiense (David) -que le donó un riñón a su padre hace un año- en el suelo y con un collarín asistido por los médicos, a su lado otro chico todo raspado en pecho y espalda. Joder con la curvita. Al llegar al llano entre Arrieta y Mala casi me achicharro, esa zona es un horno de panadería, donde menos te lo esperas lo pasas chungo, al torcer a la derecha hacia Teguise (de nuevo) la cosa se puso fea, esa subida no es moco de pavo, a esas alturas de la carrera hace pupa, esta parte era nueva y no la conocía así que tenía peligro el asunto, llegamos arriba y Bienve me dice que solo queda un repechito, efectivamente este año no había sorpresita final, sabía lo que quedaba y no aflojé el ritmo, al poner el pie en el suelo no había pinchado y todo iba fetén. Estaba bastante contento, casi eufórico. Me cambio y a correr que se dice rápido. Con las prisas no vi el reloj, chungo porque no iba a tener referencias en los próximos 21 km y no sabía cuanto había hecho en la bici. Como siempre empecé con buenas sensaciones con la novedad este año en que llegaríamos hasta Playa Honda y vuelta. Esta primera vuelta es devastadora, parecía un día sin comida, llevaría 18 km cuando empezaron los primeros síntomas de que la fiesta había acabado, The party is over, ya nada sería igual, paso por meta y veo el reloj: 8:59. No me lo podía creer, era increíble, si era capaz de correr 21 km en menos de dos horas - fácil para mi en condiciones normales- ¡Podría bajar de las 11 horas! Pero no eran condiciones normales, ya estaba sufriendo y sufriría más porque lo malo del dolor es que no tiene suelo, siempre se puede sufrir más, cada kilómetro era una vuelta de tuerca del dolor, el infierno si es que existe tenía que ser algo como eso. Iván me dijo que era el hombre del mazo y yo pensé que ese hombre también llevaba una trituradora de escombros y un taladro de dentista. Me hacía falta un chute de epidural pero no había de eso en los avituallamientos. Entre el 21 y el 32 corrí en el averno, llegué a correr a 6:29 los mil ¡Qué cutre, qué cutre! Pagué muy caro el homenaje que me di en la bici. En un momento dado un corredor empezó a gritar como poseído por Satán: “Este no es mi ritmo, me pesan las piernas ¡Joder! yo corro más que esta mierda de ritmo” sería bobo el chaval porque que yo sepa eso no era una milla urbana. Entre medias debo agradecer a Pavel Castro, Toño el del blog Toño Lanzarote, Mingo del Tripto, Dani Betancor y José Andrés del Triac por los ánimos que daban a pesar de la que les estaba cayendo, son unos puntales. La última vuelta pensé que era hora de dignificarme y dejar de lamentarme en lo desgraciado que era en esos momentos y como dice Alix: la carrera a pie con cojones, al girar para los últimos 5,5 km decidí correr y no arrastrarme, el plan B funcionó e, increíblemente, me sentía mucho mejor, como si estuviese entrenando, ya nada me dolía (corría entonces a 5:19) calculo que el último kilómetro lo hice poco por debajo de los 5 minutos. Me giré la gorra para salir bien en la foto y el apoteosis final bien valen 500 horas de entrenamiento. Sonrisa en la cara mientras chocaba la mano con espontáneos. Foto. Medalla. Palabras y apretón de manos con Kenneth. Felicidad. El reloj marcaba unos guapos 11 horas y 21 minutos, 28 menos que el año pasado y 7 menos que en Roth. Estaba ayer mi cabeza como unas castañuelas, mis piernas no tanto



Agradecimientos: A mi familia por aguantar la pejiguera, a los voluntarios que hacen que todo sea más fácil, a Raúl Castillo que devolvió vida a mis piernas después de la carrera y de paso nos dimos unas risas y a todos los que me animaron durante la carrera que, aunque seguramente me olvide de alguien y ruego me disculpen, es importante que los mencione: Iván, a Desi la incansable a pesar de que pensara de que Iván estaba corriendo como en el Volcano, a Agustín, Rayco, Yasmina Araya, Juan Pedro, Rafa “Bekele” Trinidad, Carlos, Javier, José Tavío, Rubén Herrera, Manolo, Alfonso (el de bicisprinter), la familia de superCándido y al Clan de los Sánchez (Los Pájara Big Boys compuesto por Juanma, Raúl y Paco).



P.D.: Creo que juré al menos una docena de veces que no volvería a hacer un Ironman. Ya veremos.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Nos vemos en Puerto del Carmen


Y les deseo mucha suerte a los que se batan el cobre el sábado en Lanzarote, si no se los digo en persona, nos merecemos tener suerte, entiéndase no pinchar ni tener ningún percance que impida acabar la prueba porque la suerte la hemos entrenado estas largas semanas, y sobre todo vamos a divertirnos estos tres días en Lanzarote. Parece que no habrá mucho viento y eso es bastante por ahora. Ya les contaré el domingo.

sábado, 15 de mayo de 2010

Crucemos los dedos


Porque windguru dice que habrá entre 7 y 13 nudos de viento ese día ¿Dónde hay que firmar? porque es bastante flojo para lo que estamos acostumbrados, vale, es verdad que la fiabilidad de las predicciones meteorológicas es inversamente proporcional a la lejanía en el tiempo pero algo es algo. Por lo pronto me llevaré la rueda de palos (con perfil nada desdeñable de 55 mm) en la rueda delantera, por si las moscas, cosa que no hago en competición desde el 13 de julio del 2008. Ante todo seguridad colegas, lo primero es lo primero.

jueves, 13 de mayo de 2010

Casi como la Milán-San Remo


Tras enterarme de que mi número es el 1191, número que va aumentando cada año, me doy cuenta que esta chuminada ha sido la noticia del día (lo del 5% fue ayer) quiero decir que a estas alturas el Ironman es el faro que te deslumbra la vida, que desde la cumbre de volumen hace pocas semanas ya no sabes que hacer con esos minutos que te "sobran". Antes de la meta en la Classicissima hay que subir el puerto del Poggio a unos 10 km de meta más o menos, todos los ciclistas se parten el alma para no quedarse descolgados en esa subida porque solo queda la bajada y un llano corto, todos con las fuerzas -que les quedan- listas para el sprint entre los elegidos. El Poggio ya pasó y estamos entrando en el último kilómetro. Ya no se piensa en nada.

1191

Es el dorsal que llevaré el próximo día 22, y como a mi me gustan los números impares, pues aquí está. Que aparezcan los dorsales es síntoma de que ya llega el olor de los boxes hasta aquí, el ruido de la pasta party y la rifa del cuadro, por la mañana del día siguiente la nadadita y después a esperar a Kenneth con su megáfono de juguete (como en el Volcano)...y a nadarrr. Suerte a todos

lunes, 10 de mayo de 2010

En trance


Es como estamos los futuros finishers, el tiempo que queda es para planear los detalles de la operación, para hacer la maleta y separar las barritas energéticas o elegir el menú del avituallamiento especial de Haría, porque la parte gruesa del asunto hace bastante que se gestó. Lo que se ha entrenado entrenado está y si uno lo ha hecho mal, por lo que sea, entonces la suerte ya no se puede cambiar, como diría Michael Robinson: El pescado está todo vendido. Desde que empezó el tapering empezó la fase más dulce, esa en que se recogen los frutos de tantas horas dedicadas, de tanto calor, de tanto frío. Hace poco me decía a mi mismo que el año que viene no haría un IM ni de coña, ahora no lo tengo tan claro y espero acabar el IM con ganas de hacer otro. Suerte desde ya a todos y a disfrutar, que no queda nada.

lunes, 3 de mayo de 2010

Vuelta a la rutina


Tras el subidón volcaniano hoy tocaba carrera a pie y nadar un rato en piscina, sobre todo porque el mar estaba impracticable. Es increíble el efecto "booster" que tiene la competición en el organismo, no se si será la excitación de lo vivido hace dos días o la jornada dominical de apenas tres horas de bici, la cuestión es que corría ligero, puede que sea una combinación de ambos factores pero me da igual, es en estos momentos en que hay que pensar que el IM es otra historia que no se resuelve en dos horas y pico sino que es una batalla que dura desde que amanece hasta poco antes de que anochezca, en ese lapso da tiempo para tener varios subidones y varias torrijas mentales aderezadas con sus respectivas semipájaras, no menciono pájaras porque eso son palabras mayores. ¿A quién le va bien en un IM? pues no es muy difícil reponder, al que no pasa mucho tiempo por encima de su frontera anaeróbica, cada molécula de ácido láctico formada en tu organismo es una vuelta de tuerca del cansancio, cada gota de agua y sales que no se repone en tus fluidos es otra vuelta de tuerca, cada bajón de azúcar por olvido de comer es más de lo mismo, así que si quieres llegar: come, bebe y regula "fine tunning". Suerte a los futuros finishers

sábado, 1 de mayo de 2010

Volcano surprises


Todo hoy fue a lo grande, el número de participantes, las sorpresas en el recorrido, las prestaciones de los compañeros, el descaro de triatletas chuparruedas y más aún. Pero Vayamos por partes. En primer lugar tras la cena opípara en buena compañía nos fuimos a dormir con la advertencia de Iván de que los mosquitos eran como helicópteros, sería guerra sicológica o todos se fueron a su habitación porque no oí ninguno en toda la noche. En el desayuno, un cortado servido por Bene el campista y un ladrillo comestible comprado en el súper de La Santa, con semejante matahambres se puede mantener una familia medio día. Luego el checking con sorpresita, las bicis estarían en el césped, y yo recordando Roth, casi se me saltan las lágrimas. Nos fuimos a la charca y la marea estaba baja, salimos tras la ininteligible arenga de Kenny con su megáfono de coña, deberían hacer una versión para sordomudos de las salidas del Volcano a ver si así me entero de lo que dice. Tras el pistoletazo, todos a nadar, yo acojonado porque en el agua habría cerca de mil brazos y mil piernas y ya se sabe que la gente con prisas no mira para los lados, efectivamente, una tía me dió al menos seis cates en la frente en intervalos de dos o tres segundos, me sentía como Chico Marx. Las sensaciones en el agua fueron buenas sobre todo porque en mi quinto Volcano ya no me pongo nervioso ¡Qué tiempos aquellos en que me entraba ansiedad! ahora doy molinillo si hace falta. Al salir del agua nadie conocido a la vista y la bici de mi vecino no estaba, algo previsible con el presi, así que tocaba remontar, porque ya se sabe que el mayor enemigo de un calimero es otro calimero. Ya en la bici iba a buen ritmo y siempre acompañado de los mismos, entonces vino el primer encuentro con un calimero, el zorritus, me cogió subiendo y lo pasé al rato, me volvía a pasar y yo di la réplica, así dos veces más, parecía un baile de salón pero no podía dejar ir a ese cánido, a la postre llegué primero a la T2 que él, pero como el zorro zorro es, me pasó corriendo a la vez que me daba una palmadita en el culo, yo me daba por muerto pero antes de acabar se le acabó la gasolina y se quedó en la cuneta. Casi lo mismo pasó con El León, hoy es día de fieras pensé yo, me cogió en Soo terminando la segunda vuelta, pero pensé que el vaso estaba medio lleno, eso significaba que había nadado mejor que él o al menos tan bién como él, me negué a darle el paso y la T2 fue mía. También había pasado a Agustín que no se le veía cómodo sobre la burra y a Juan Pedro lo alcancé cuando nos estábamos bajando de la bici. Entre tanta escaramuza me olvidé de los peces gordos, Iván estaba lejos así como los otros chicos, lo que si me sorprendió fue el gran nivel de todos los calimeros, todos estábamos en pocos minutos y delante. En la carrera fui despegando a los que iban por detrás y pensaba erróneamente, que cogería al menos a Iván, sobre todo con la ayuda sicológica de Desi y su guerra de artimañas, se pasó todo el rato diciéndome que Iván estaba a diez minutos. La gran sorpresa del día fue el trazado de cross que le pusieron a los diez kilómetros a pie, el trazado era de chiste, tierra, picón, asfalto, aceras y subiditas matadoras. Logré alcanzar a Rayco y al menos no dejé que se me acercara el bestia de Agustín, a Paco lo vi lejos pero de ese caballo mejor es estar bien lejos porque te coge fácilmente, el cansancio le pudo y se le acabó el tiempo. Fue en la segunda vuelta del running cuando empecé a sentirme bien, lo más positivo del día: la carrera se me hizo corta.