"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

lunes, 24 de mayo de 2010

Un día casi perfecto



No hizo falta el despertador, media hora antes de sonar ya había encendido la tele, pero es que desde las dos en adelante ya no dormía ¿Qué más da? Era un Ironman. Me afeité para salir decente en la foto y me vestí en un periquete, seguro que Teo ya estaba listo para desayunar y efectivamente allí estaba, con los ojos abiertos un palmo, desayunamos lo que a las cinco de la mañana se puede desayunar y listos para los boxes sin pestañear. Es increíble el poco ruido que hay a esa hora en un grupo de miles de personas, los triatletas parecían una masa de zombis buscando carroña, todos a lo suyo claro, que si inflando la rueda, que si tocando el sillín, que si sopesando seriamente subir descalzo o con calcetines por la cuesta de la playa, detalles que a un mortal le parecen chuminadas y que a un triatleta medio le ocupan un buen rato la cabeza. Tenía ganas de ponerme el neopreno porque hacía bastante fresquito y después de charlar un rato con un gallego que tenía mariposas en el estómago me metí en la mar y el agua estaba helada para mi gusto, fui a buscar mi sitio entre la basca y no fue asunto fácil, literalmente te tocabas con todos tus vecinos, no había posibilidad de elección en esos momentos para mi, no me podía mover de mi sitio y me había tocado el epicentro del terremoto en la pedrea, para relajarme me puse a hablar con mi simpático vecino alemán y casi sin quererlo sonó el disparo, pasaron unos veinte segundos antes de mover un músculo, luego caminar, luego trotar y al agua, ruido y espuma de brazadas, los primeros metros estaba bastante holgado pero eso duró hasta que la gente que entró en el agua a lo largo de 50 metros de orilla se comprimió a menos de la mitad de esa distancia y de ahí a unos diez en la primera boya, entonces si que cobré, patada en el pecho y las gafas, intentonas de ahogarme sin premeditación, cogotazos y cosquillas en la planta del pie. Recibí de lo lindo más o menos los primeros tres kilómetros, sobre todo porque me sentía bien e intentaba adelantar a esos roperos de cuatro puertas, cuando tenía pasillo lograba avanzar y sin estrés alguno -tablas se llama a eso- al completar los primeros 1900 vi como marcaba el reloj luminoso los 32 minutos ¡Esto marcha! Pensé, todo iba sobre ruedas y la segunda vuelta con la misma tónica se me fue enseguida, a la salida del agua no se me ocurrió ver el reloj y como nunca llevo crono en competición no tenía referencias (al final supe que bajé mi tiempo en tres minutos), tardé una eternidad en quitarme la goma bajo la ducha -eso que llaman ley de Murphy- a la tienda a cambiarme sin prisa pero sin pausa, ¡Vístete despacio que tienes prisa! Subo por la rampa y me encuentro con Raúl y me suelta un ¿Te pusiste crema protectora? Seguro que puse cara de tonto y me pasó por la cabeza un ¡La madre que me parió! Tenía casi un 100% de posibilidades de achicharramiento grave pero no iba a ir atrás ni loco, menos mal que me puse antes de salir un botito que me regaló Teo de ISDIN factor 40 y pensé que a lo mejor bastaría, me subo en la bici y el río de ciclistas alcanzaba la vista, lo de siempre hasta Puerto Calero en que la subidita estira el gentío y que afortunadamente me da tiempo de pedirle parte de los plastones de crema protectora que tenía un tal Alain de Francia, los triatletas suelen ser solidarios y me dio un poco de crema de su hombro derecho. El primer conocido a la vista fue el León que tenía claro que ayer iba a ser finisher y estaba regulando, seguía a buen ritmo en parte porque ya me conocía la ruta y en parte porque quería probar un Ironman en el que diera caña desde la bici a sabiendas que sufriría después. Tenía razón. La bajada al Golfo fue como la de un AVE y en la subida de los hervideros me pasa el gran Bienvenido (del Costa Teguise) como si fuese Cancellara que me saludó cortésmente, ya se sabe que lo cortés no quita lo valiente. Yo seguía a lo mio marcándome un ritmo chachi pero fue a partir de Timanfaya cuando empecé a sentirme mejor, es en esas rectas y bajadas de Tinajo donde di las gracias a mi cabra voladora por lo rápida que es cuando puedes rodar sin viento. Una gozada. Volví a verme con Bienve, pasándonos mutuamente al menos veinte veces, con este chaval de Tinajo se pueden hacer veinte Ironman seguidos sin pestañear, así que muchísimas gracias al 1188. Famara OK. Subida a Teguise OK. Lo mejor empezó en la subida de Los Valles, el año pasado sufrí bastante allí. Este año subí cómodo y ni los aerogeneradores me acojonaron, la parte más dura del recorrido fue la que mejor pasé, estas cosas me maravillan, esas curvas de 180º que miran al cielo me parecían encantadoras. Mirador del Río OK. En la bajada vi como en una de esas endiabladas curvas estaba el chico canadiense (David) -que le donó un riñón a su padre hace un año- en el suelo y con un collarín asistido por los médicos, a su lado otro chico todo raspado en pecho y espalda. Joder con la curvita. Al llegar al llano entre Arrieta y Mala casi me achicharro, esa zona es un horno de panadería, donde menos te lo esperas lo pasas chungo, al torcer a la derecha hacia Teguise (de nuevo) la cosa se puso fea, esa subida no es moco de pavo, a esas alturas de la carrera hace pupa, esta parte era nueva y no la conocía así que tenía peligro el asunto, llegamos arriba y Bienve me dice que solo queda un repechito, efectivamente este año no había sorpresita final, sabía lo que quedaba y no aflojé el ritmo, al poner el pie en el suelo no había pinchado y todo iba fetén. Estaba bastante contento, casi eufórico. Me cambio y a correr que se dice rápido. Con las prisas no vi el reloj, chungo porque no iba a tener referencias en los próximos 21 km y no sabía cuanto había hecho en la bici. Como siempre empecé con buenas sensaciones con la novedad este año en que llegaríamos hasta Playa Honda y vuelta. Esta primera vuelta es devastadora, parecía un día sin comida, llevaría 18 km cuando empezaron los primeros síntomas de que la fiesta había acabado, The party is over, ya nada sería igual, paso por meta y veo el reloj: 8:59. No me lo podía creer, era increíble, si era capaz de correr 21 km en menos de dos horas - fácil para mi en condiciones normales- ¡Podría bajar de las 11 horas! Pero no eran condiciones normales, ya estaba sufriendo y sufriría más porque lo malo del dolor es que no tiene suelo, siempre se puede sufrir más, cada kilómetro era una vuelta de tuerca del dolor, el infierno si es que existe tenía que ser algo como eso. Iván me dijo que era el hombre del mazo y yo pensé que ese hombre también llevaba una trituradora de escombros y un taladro de dentista. Me hacía falta un chute de epidural pero no había de eso en los avituallamientos. Entre el 21 y el 32 corrí en el averno, llegué a correr a 6:29 los mil ¡Qué cutre, qué cutre! Pagué muy caro el homenaje que me di en la bici. En un momento dado un corredor empezó a gritar como poseído por Satán: “Este no es mi ritmo, me pesan las piernas ¡Joder! yo corro más que esta mierda de ritmo” sería bobo el chaval porque que yo sepa eso no era una milla urbana. Entre medias debo agradecer a Pavel Castro, Toño el del blog Toño Lanzarote, Mingo del Tripto, Dani Betancor y José Andrés del Triac por los ánimos que daban a pesar de la que les estaba cayendo, son unos puntales. La última vuelta pensé que era hora de dignificarme y dejar de lamentarme en lo desgraciado que era en esos momentos y como dice Alix: la carrera a pie con cojones, al girar para los últimos 5,5 km decidí correr y no arrastrarme, el plan B funcionó e, increíblemente, me sentía mucho mejor, como si estuviese entrenando, ya nada me dolía (corría entonces a 5:19) calculo que el último kilómetro lo hice poco por debajo de los 5 minutos. Me giré la gorra para salir bien en la foto y el apoteosis final bien valen 500 horas de entrenamiento. Sonrisa en la cara mientras chocaba la mano con espontáneos. Foto. Medalla. Palabras y apretón de manos con Kenneth. Felicidad. El reloj marcaba unos guapos 11 horas y 21 minutos, 28 menos que el año pasado y 7 menos que en Roth. Estaba ayer mi cabeza como unas castañuelas, mis piernas no tanto



Agradecimientos: A mi familia por aguantar la pejiguera, a los voluntarios que hacen que todo sea más fácil, a Raúl Castillo que devolvió vida a mis piernas después de la carrera y de paso nos dimos unas risas y a todos los que me animaron durante la carrera que, aunque seguramente me olvide de alguien y ruego me disculpen, es importante que los mencione: Iván, a Desi la incansable a pesar de que pensara de que Iván estaba corriendo como en el Volcano, a Agustín, Rayco, Yasmina Araya, Juan Pedro, Rafa “Bekele” Trinidad, Carlos, Javier, José Tavío, Rubén Herrera, Manolo, Alfonso (el de bicisprinter), la familia de superCándido y al Clan de los Sánchez (Los Pájara Big Boys compuesto por Juanma, Raúl y Paco).



P.D.: Creo que juré al menos una docena de veces que no volvería a hacer un Ironman. Ya veremos.

7 comentarios:

Pablo Herrera dijo...

Hola león!
Muy buena carrera: señal que tú método funciona.
Ahora a coger esa chispa para lo que viene en el verano.
¡Le vas a meter el miedo en el cuerpo a más de uno!

Saludos.

Pascual Velázquez dijo...

Gracias puntal, tu determinación en lograr tu objetivo es impresionante, felicidades

Iván dijo...

Mándale el relato a Ironman Lanzarote y te lo publiquen, está muy completito.

Felicidades pero lo que hiciste en los últimos 5 deberían haber sido en los últimos 20, aunque este año reconozco que has arriesgado bastante en la bici...otro año lo haces, te sale bien y 10 horas 30...te retiras y vives del cuento.

Pascual Velázquez dijo...

Es verdad, pero nadie lo sabe. Como ya he sido finisher tal vez arriesgue más en el futuro. Todo depende del día que te toque. Saludos

Teófilo Sánchez dijo...

Felicidades Pascual! Muy buena carrera.. que te voy a decir.. Nos vemos pronto y gracias por la compañia! jaja.
Saludos!

Dani dijo...

Enhorabuena Pascual. de tanto coincidir con los güiris en las Playitas se te está pegando algo :)).

Ahora en serio, un placer hablar contigo, la voz de la experiencia siempre es apreciada.

Saludos.. Dani

Toño dijo...

Enhorabuena maquina. Un placer, espero verte de nuevo el año que viene por aquí.