"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

domingo, 16 de octubre de 2011

Play it again Sam





Ya van cinco finales de temporada cerradas con una Travesía de Lobos-Corralejo. Pocos mejores finales se me ocurren, tal vez el que hicieron Rick y el capitán Renault en la pista de aterrizaje de Casablanca presintiendo que comenzaba una gran amistad entre ellos, pero como de triatlón se trata este blog diré que acabar de esta manera es un lujo. En esta prueba magníficamente organizada por el CD Herbania nos tiramos al agua casi doscientas personas no sin antes esperar al barco El Majorero en el muelle, como debe ser, una vez en faena nos botaron en la punta del Saldero y no en la del Marrajo, algo que se repite por tercera vez, que recuerde. Tal vez la organización quiera suavizar la prueba un pelo, de ahí los 51 minutazos y pico que me rasqué, flipa, a ese ritmo en el IM bajo de la hora seguro. Pues nos tiramos al agua, calenté el traje por dentro a conciencia con algo de urea, y con menos peso. Dicen que sonó el disparo porque empecé a nadar al ver que los demás lo hacían. Ni Kenny lo hubiese hecho mejor, todavía los organizadores no se han enterado que esos megáfonos comprados en el chino no se notan ni se oyen, son un fraude de trasto. Pues a nadar que no quería quedarme atrás. A ritmo de crucero pues. Hay que recordar que los que me rodeaban eran nadadores y que no había que cebarse al igual que en las carreras con atletas. Si no regulas estás muerto, sayonara como diría Terminator. Este año no me dio tiempo a ver el fondo arenoso del canal, estaba más pendiente de mis acompañantes que iban de lado a lado de "la calle" que nos formaban las piraguas, yo los veía atónito porque calculo que hicieron un quinto más del recorrido. Yo pensaba que iba recto, claro. Como siempre al llegar a la escollera del puerto estaban el mayor oleaje y las ganas de esprintar pero como la experiencia es un grado, yo sabía que quedaba un cacho. Llegó la zona calentita y turbia del puerto y una piragüista me dijo que pa' llá. Efectivamente había derivado hacia el Waikiki y tuve que rectificar el rumbo, con lo que eso duele a esas alturas, y con ganas de acabar. Al tocar tierra vi salir del agua a Jorge Arribas seis segundos delante de mi y yo rezando haber salido delante de Antoñín para ganar el clásico del IES Gran Tarajal. Le saqué medio minuto, margen que me garantizan un año de poder vacilar en la sala de profesores. Así es esto.

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