Harto que estaba de tan infructuosa búsqueda, unos colegas y yo decidimos ir a por el zorro porque ya estaba muy cerca el tri de Playa Blanca y no se sabía nada de él, y ya se sabe, no sólo de leones vive el hombre. Los de la foto se me adelantaron e hicieron una maniobra de pinza de manera que yo estaba emboscado en la piscina esperando al susodicho en su huída. Y allí estaba, yo casi no me lo creía, en condiciones normales los zorritus antigüensis sólo pueden avistarse en raras ocasiones y con cámaras infrarrojas y toda esa tecnología punta. Cuando lo tuve cara a cara escruté su aspecto y era inmejorable, a pesar de que solo entrena 200 m semanales en la piscina, corre menos de 2 km y en bici solo va a buscar el pan los días impares. A pesar de todo va a Playa Blanca. Estos zorros son verdaderamente increíbles.
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