"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

sábado, 18 de febrero de 2012

La fusión de dos mundos


Es lo que sentía que ocurría ayer ¡Un triatlón escolar! es decir, coexistir en tiempo y lugar mi trabajo y mi otro trabajo no remunerado. Parecía que me había desayunado unas setas mexicanas alucinógenas con leche en lugar de muesli o gofio. A las diez de la mañana me eché al Atlantico para competir con mis alumnos y mis compañeros de trabajo. Flipaba ¿Cuantas veces en mi vida triatlética podré volver a ver los boxes con todas las bicicletas cuando llego a la T1? ¿Cuantas veces al llegar a la T2 no veré ninguna bici? ¿Cuántas veces al llegar a meta solo veré público? Este era el momento y si bien es verdad que algunos espectadores como Alfonso el municipal me gritaron ¡Abusador! yo les sonreía y les respondía ¡Que entrenen! En realidad la mejor manera de honrar a mis rivales era rendir al máximo. Las apuestas estaban divididas con Paco el profe de Educación Física, excelente atleta pero al que se le notó que últimamente hace de todo menos entrenar. Por otro lado mi vecino-compañero Antoñín que nada como un atún solo hacía el primer sector de su equipo y el cigarro le quita posibilidades así que la incógnita venía de los alumnos, al final me fue bien. Todo magníficamente organizado por los chicos del Ciclo Superior del TAFAD y al frente el calimero Juanma Sánchez. La historia de la carrera empezó con puntualidad británica con Cristina dando el bocinazo y mi gemelo con la contractura fastidiosa al primer paso en la arena. En el primer minuto había dos alumnos delante que empezaron muy rápido y tuve que emplearme a fondo para alcanzarlos antes de la primera boya, después a mantener un ritmo decente porque temía que Antoñín estuviese merodeando y no lo tenía controlado. Salí del agua y el neopreno se resistía. Una vez en la bici la ventaja se me hizo definitiva y al correr no había que forzar mi gemelo derecho que, ya se sabe, hay que mimarlo para que no se rebele. Mañana de triatlón y magnífico ambiente. Mejor imposible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelentisimo Blog!, me ha gustado mucho tu blog, me la he pasado un buen rato leyendote, ojala hagas más post asi de buenos, mira ahy te dejo un par de links con mis blogs, y haber si comentas algo o como lo encuentras...

enigmas y pj64

Saludos.