¿Quién me habrá mandado a mi a hacer esto? Es lo que pensaba mientras el agua del mar tocaba mis pies. Lástima la baja participación, en la arena había tan poca gente que estaba en primera fila y por detrás el público. Sonó la bocina y a meter un ritmo adecuado, alrededor no había mucho riesgo de golpes pero a mi derecha tenía a un viga que braceaba de forma muy abierta y dando manotazos al agua como con rabia, tanto era así que decidí que no lo quería de pareja y me fui para otro lado pero el chico me siguió y estuve todo el rato vigilando esos brazos de albatros. Fui mucho rato solo y en la segunda vuelta no veía a nadie, mala señal. Al salir del agua vi pocas bicicletas para lo que suelo ver y entonces entendí que iba a sufrir para recuperar posiciones. A meter caña pues, la carretera desierta y el siguiente ciclista allá lejos, sin embargo estaba casi seguro que el que se veía a unos cuatrocientos metros era Pacote. Pensé que lo cogería. Por detrás aparecieron Brahim y Juanma, nos estuvimos pasando mutuamente hasta que en Tuineje me puse un poco por delante, íbamos a buen ritmo y con el viento de popa había optimismo. Pacote seguía allá adelante y no cedía. Estaba relativamente contento pero sabía que quedaba la parte interesante por llegar. Nada más bajarme de la bici tenía a Brahim a mi lado, calculé que tardaría poco en dejarme pero va y me dice que me acompañaría porque estaba sopesando retirarse y en la primera subida se queda rezagado. Tenía que estar bien mal para que eso ocurriese. Juanma no había llegado, la primera subida es muy dura y no se corre con ritmo sino con el alma, tenía que haberles dicho a los organizadores que con mis ochenta kilitos ese perfil de ruta parecía diseñado por un enemigo íntimo. En la bajada previa al faro me alcanza Juanma y me coge pocos metros, recuperé la delantera en la escalada al faro y entonces aparecieron esas rampas que te hacen la vida imposible. Un pie delante de otro. Ritmo asqueroso y al coger el coletero de manos del voluntario Alberto (El de Plástica) volver para meta. En la bajada Juanma no se dedica a preservar sus rodillas y baja como una moto, consiguiendo una ventaja que sería definitiva. Más adelante Brahim me pasa y deja tirado a Juanma. Por detrás Sito estaba desencajado y Juan José con su sonrisa eterna y su buen rollo. Al llegar a meta me quedé con el regusto de que esta no era mi carrera y que podía haberlo hecho mejor pero las excusas además de inútiles son fastidiosas y como consolación me dicen que quedé primero de mi grupo de edad, con trofeo incluido. Lo mejor de todo vino con las mentiras de mediana intensidad de los calimeros y sobre todo la guerra sicológica de Brahim que la ha convertido en un arte, cuando me dijo que se retiraba y luego me dejó como un kleenex usado pensé que tuve que haber sido muy malo en mi vida anterior para merecer esto. En el otro extremo Juan José cuya candidez le hacen decir solo verdades por lo que los chicos del club le miran como a un bicho raro. Este club es la monda. No está mal para un sábado de carnaval ¿No?
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