Que haya aspirantes a finishers es un verdadero milagro

Lo digo ahondando en mi post de ayer, desde hace tiempo he pensado que dedicarle más tiempo a un hobby (entiéndase, para nuestro caso, triatleta de LD) que a tu gente es cosa de locos o de frikis, o tal vez de gente que no tiene vida social en absoluto. Si a esto le sumamos que no está remunerado en absoluto y más bien al contrario, te cuesta una pasta gansa apuntarte a un IM o Challenge, más estancia, etc, resulta que no me cuadran las cuentas, en resumen, ser un finisher es un auténtico milagro de nuestra sociedad en que hasta para bostezar la gente cobra (o cobraba, por gracia de la crisis).

He visto a mucha gente que está enganchada de mala manera a su hobby, como esos pescadores que se pasan fines de semana enteros agarrados a la caña, cazadores tostados al sol caminando todo el domingo detrás de un perro y un hurón colgando del hombro, tuneadores de coches que sacan una toallita húmeda cuando le cae una mota de polvo al capó o jugadores de bola que hacen asaderos de diez horas tras doce partidos y veinte discusiones entre los propios miembros del equipo por bochar en vez de arrimar (creo que estoy obsesionado con la bola), pero lo del triatlón de larga distancia se pasa de la raya. Creo que una de las fuerzas vitales de este deporte es el que poca gente lo hace, que la gente que oye por primera vez sobre el tema no te cree cuando se lo cuentas, ver esas caras entre alucinados e incrédulos cuando les dices que para rematar hay una maratón. Si paso esta semana santa cuerdo es que soy un Ironman.