Como unas castañuelas estaba al cruzar la meta, hace solo una semana yo ponía en duda que pudiese participar en el Challenge de Las Playitas y es que la rodilla me impidió ir a Corralejo y con el paso de los días no terminaba de ponerse al 100%. Estaba temeroso de mi encantadora rodilla izquierda y también de las legiones de medusas que últimamente acamparon en nuestras playas, viendo el resultado de algunas picadas de esos bichos me daba la impresión que sería más peligroso un medusazo que un pinchazo en la carretera. Estas dos ideas no dejaron de rondarme la cabeza la víspera a la prueba y, afortunadamente, al final no se dieron ninguna de las dos, ni dolor de rodilla ni aguasvivas. Perfecto.
Ambientazo en los boxes. La playa era una fiesta. Los Pros que salen primero para darles ventaja y así tardar un poco más en cogerlos y que no menguara el espectáculo. Listos todos, nervios contenidos. Al agua, salida con espacio para todos que el Atlántico no es tan grande como el Pacífico pero es suficiente para doscientos y pico embutidos en neopreno. Salí a ritmo de entreno para no llenarme prematuramente de lactatos, tuve que acelerar porque si no me quedaba a recoger las vallas. Nadé cómodo pero me di cuenta que iba algo lento, al final tres minutos menos que el año pasado que hicieron que fuese uno de los últimos calimeros en salir del agua, algo que hacía tiempo no pasaba. La primera transición era larguísima, casi que debían dejar que nos pusiésemos unas zapatillas o unas nailas para ir desde la playa a los boxes. Ya en la carretera me puse a no cometer el error del año pasado de salir al 105% e intentar ir de menos a más. El primer conocido en tropezarme fue a Juanma al que pasé en Juan Gopar pero que luego me dejó en la bajada de Tesejerague, luego fue Toñín en La Calabaza. En la base de la escalada a Las Hermosas me encontré a Marcos haciendo bricolaje con su cadena y echando espuma por la boca mientras increpaba a todos los dioses del olimpo. La subidita me la tomé con calma, reitero que quería ir a más y sabía lo que quedaba por delante. Efectivamente la siguiente subidita a Chilegua me estaba esperando para machacarme pero esquivé sus golpes como pude. Menos mal que animaban duro desde las cunetas todas esas personas que sería imposible de mencionar sin olvidarme de alguno, a todos muchas gracias de corazón. La bajada a mi pueblo lo hice con todo metido. A cambiarse para correr. La rodilla pasaría la prueba del algodón inmaculada ya que apenas me molestó. Me sentía cómodo salvo un pequeño bajón entre el 12 y el 15. Corrí con ganas y mejor a medida que pasaba el tiempo, a 4:47, hace una semana sufría para ir a 5:22 . Cogí a los enormes Mateo y Juanma y huyendo de Cándido que está que se sale llegé al arco de meta de la mano de Álvaro con una sonrisa inabarcable en la cara. Por esto se entrena lo que se entrena, por esto.
1 comentario:
Me alegro por ti y de esa rodilla! No pienses en ella! A ver si este año que aunque tengas no tan buenas sensaciones mejoras tu marca en el IM! La LD te da sorpresas, sorpresas te da la LD! ;-)
Vamos que nos falta la zona roja.. jeje.
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