La presión empieza a hacer crujir las válvulas de la nave. El tiempo, el trabajo, familia y la oscuridad de la noche presionan a tope, la única esperanza es que poco a poco anochece más tarde dando un respiro (es que no tengo rodillo), así que hay que ingeniárselas para sacar tiempo de las situaciones más inverosímiles. Por ejemplo, ya no recuerdo lo que es hacer la disgestión sentado en el sillón viendo la tele, ahora se impone salir con el casco mientras te comes el postre. Desayunar con la family los sábados y domingos es ciencia ficción. La tele creo que es ese aparato rectangular que está en el salón. Bueno, al menos solo quedan trece semanas y después podré dormir mientras ponen la novela tras el telediario, echando de menos estos tiempos convulsos.
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