Abría el botito de barniz transparente para uñas L'Oreal con cuidado y cogía la brochita como si fuese la palanquita del desviador trasero, brochita arriba y brochita abajo. Soplaba y esperaba que se secara. Mojaba la brochita otra vez y vuelta a empezar, “Tengo que estar guapo, porque correr, correr, no se si corro pero guapo lo estaré más que Bertín Osborne” eso es lo que pensaba el jóven Kándido Limoneros justo antes de que sonara el tema de Titanic en su iPhone 4, era el aviso del presi para que bajase a la calle porque los mecánicos del club ya habían metido todas las bicis personalizadas y tuneadas en el camión propiedad del club. La bici del jóven sub23 tenía escudos del Tenerife por todas partes, forofo total, era socio y no se perdía un partido en el Heliodoro si no tenía competición. Ya en la calle estaban todos los kalimeros dentro de la guagua del club, era blanca con letras azules y tenía aire acondicionado y minibar, en la parte trasera tenía un spa y sauna para descongestionar la musculatura de esas superestrellas del triatlón Kalima, ahí estaban todos ellos, picándole el ojo al recién llegado, todo vestidos con el traje del club, de seda azul royal diseñado por Armani en edición limitada. La guagua arrancó y no tardó más de diez minutos en llevarlos a pie de pista del helicóptero que los llevaría hasta La Santa. Iban en helicóptero porque el ferry además de oler a gasoil era un coñazo porque todos los aficionados querían sacarse fotos con los miembros del club y era una auténtica pejiguera, como aquella vez que Venearo -el líder del ranking- huyendo de una aficionada histérica al verle tropezó con una silla y se hizo un rasponcito en la rodilla que lo tuvo inactivo tres semanas, ese era el precio que había que pagar por ser famoso, también tenía que soportar a los paparazzi que acampaban por fuera de su casa para saber cuál era su última conquista. Vivía un infierno.
El vuelo en helicóptero fue rápido y placentero, con azafatas en minifalda que les traían limonada y Shandys a los chicos. Aterrizó en la azotea un hotel de cinco estrellas de Costa Teguise y pasaron de la pasta party en La Santa porque el presi les dijo que hicieran dieta hipercalórica, les veía inapetentes y comían como pajaritos, les suplicaba que comiesen más. El presi se preocupaba como una madre con ellos. Todos se acostaron a dormir entre bostezos y sin soltar palabra, eran unos profesionales y no permitían que nada les distrajese. Ya por la mañana y dentro de los boxes los chicos intentaban pasar desapercibidos pero era prácticamente imposible, en una de esas Jammaer fue corriendo y se guindó del cuello de Juanp para sacarse una foto, Marino le suplicó a Halbukerke que le dedicase un autógrafo para su hija y por último Macca intentó darle un pico al joven Kándido pero sus guardaespaldas lo impidieron no sin antes arrancarle un mechón de su larga cabellera. Ya en el agua todos los participantes les abrían paso a los Kalimeros como los apóstoles hacían con Jesús, ni osaban tocarles. Sonó el disparo del juez y empezó el espectáculo de nuestros protagonistas, Vene nadando estilo mariposa a ritmo de 59” los cien apenas podía seguir el ritmo del jóven Kándido, iba tan rápido que el espumerío por detrás era como el del jet-foil. Tras ellos estaba Halbukerke al que le costaba ir a minuto por hectómetro, más atrás el resto de kalimeros destacados y cerrando el grupo estaban Mathew y el presi, que nadaban estilo perrito, como siempre a estos dos les tocaba remontar. Una vez más nuestro jóven sub23 salió del agua el primero e hizo una transición en catorce segundos, la suya fue la primera bici en salir de los boxes hasta un buen rato después. Subiendo a Soo ya se notaba la falta de fuelle del líder de la carrera e iba quedándose lastimosamente, ese era el momento de aprovechar las debilidades de nuestro héroe y pasar al ataque junto a Halbukerke que venía como un avión, tras ellos estaba el pureta Kéo (no es un pedal) uno de los PBB que entrenaba sin parar y jamás se iba de marcha, tenía que entrenar horas y horas para simplemente acabar las carreras. Casi todos los kalimeros estaban cerca unos de otros, no obstante se ignoraban y no les importaba que otro miembro del club les adelantase, al contrario, frenaban para que el compañero tuviera un paso franco. El presi estaba mientras tanto llorando solo allá atrás, pensando que llegaría fuera de control. En la T2 Vene estaba ya a la cabeza de carrera tras una escaramuza con el Zorritus, que cumplía su carrera número 12402 consecutiva sin perderse ni una sola en todas sus temporadas en el club. La carrera a pie fue la apoteosis, Halbukerke remontaba posiciones a ritmo de Gebreselassie pero no pudo con Vene que para algo era el líder. Todos fueron llegando a meta, tomaban Coca Cola y comían plátanos, acabó el telediario y llegó Jorge Abajos hecho una piltrafa y lo que todos temían, el presi fue conminado a dejar de correr por cerrar el control faltando ocho kilómetros para meta no sin antes montar un pollo e insultar a todos los jueces, una pena esa la de no saber perder.
1 comentario:
Hala, ya te puedes poner a escribir novelas o guiones para peliculas del tipo de las del Tarantino. Saludos señor, nos vemos pronto.
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