En mi hoja .xls aparece un imponente -1, a unas horas de la especialísima semana 0. Para un triatleta de larga distancia, la semana previa al ironman (la 0, y no es una cerveza sin alcohol) es como la semana santa para un ferviente católico, o como una de las semanas del ramadán para un musulmán, todo son preparativos, meditación, celebración, gozo y estado de semitrance. Todos los sentidos alerta, es la hora de ver si todo lo hecho tiene respaldo en tu cuerpo, si esas arterias han aumentado su sección, si ese hematocrito ha aumentado, si esas fibras musculares se han adaptado, y el verdadero milagro: Que tu cabeza se lo crea. Este será, con un poco de suerte, mi cuarto Ironman y todavía me parece una proeza terminarlo, es por eso que me gusta, porque nunca lo tienes claro, no están todos los rincones iluminados, nada tienes seguro, ya puedes ir como una moto que puedes petar en un minuto. Como la vida misma. Cruzar la meta de algo que no tienes nada claro es lo máximo, te crees el rey del mambo.
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