"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

domingo, 4 de septiembre de 2011

Planeta Kalima (Capítulo VII: The show must go on)


Mystère, Cirque du Soleil, es lo que leía el presi en esas entradas de color sepia que le puso en sus manos Joe. Tras ellas había también unos vales para menú Big Mac con un McFlurry. ¿Sin rencor? Le decía el vigilante de mesa y a la sazón sicario Joe al presi mientras la ponía la mano en el hombro. El dinero abre todas las puertas y en esta ocasión le evitó a Vene sufrir daños cerebrales permanentes. Renunciar a las ganancias de la ruleta les salvó el pellejo a los calimeros. Dense prisa que el espectáculo comienza en diez minutos, vayan que vale la pena ¡Que les vaya bien! Les despidió Joe con una sonrisa. Salieron lo chicos arrastrando a Vene que empezaba a recuperar la consciencia tras el duro castigo al que fue sometido ¡Que ilusión, el Cirque du Soleil! Dijo Kándido. ¡Despiértalo ya que nos perdemos la función! Apremiaba el zorritus. Lograron reanimar a nuestro héroe Vene echándole en la cara el contenido de una copa abandonada en la barra y consiguieron llegar a tiempo de sentarse en el patio de butacas del anfiteatro. Se estaban atenuando las luces de la sala cuando el presi sentía el vibrar y el sonido de la canción “Antes muerta que sencilla” proveniente de su bolsillo, era el tono elegido por Iván para las llamadas entrantes de su iPhone. Lo sacó como un cowboy desenfunda un Colt 45 y vio en la pantalla el nombre “Er quillo” era una llamada de Juan, el calimero, que vivía en Las Playitas y era compañero inseparable de entrenos del legendario Kinder Bueno. Todo el mundo pensaba que Juan era español, más bien pensábamos todos que era andaluz que es lo mismo que ser español elevado al cuadrado, pero todo era una monumental mentira, Juan era en realidad un espía de la República Popular China y su misión principal era espiar a los integrantes del Club Calima, más concretamente copiar sus métodos de entrenamiento. Todo el mundo sabe que los chinos se dedican a copiar cosas, pues a esos competitivos orientales no les pasó por alto el apabullante éxito de los calimeros por esos circuitos por donde pasaban, así que se dedicaron a crear una unidad especial de espionaje del triatlón majorero, y específicamente de nuestros héroes. El nombre original de Juan era Juan Li, mandarín 100%, su misión era delicada y peligrosa, infiltrarse en la organización, para eso tuvo que ser sometido a algunos cambios en su fisonomía, le pintaron el pelo (nunca he visto un chino medio rubio), le aumentaron la altura poniéndole implantes de titanio en ambos fémures y le inyectaron botox en los párpados para no parecer tan oriental. Lo más laborioso de la transformación fue el aspecto cultural, enviado a Barbate y a Dos Hermanas donde cogió el acentillo sureño, fue en esos lugares donde montó sendos almacenes chinos donde vendía de todo: Tijas, sillines, pull buoys, etc y fue allí donde también aprendió a preparar un magnífico gazpacho. Pulsó el botón de contestar y la conversación transcurrió como sigue:

Iván: Siiiii

Juan: ¡Que passsa tio!

I.: Nada chaval, aquí en Las Vegas, vamos a entrar a ver Mystère y Vene está semi-inconsciente tras ser torturado, nada fuera de lo normal.

J.: Ahhh, vale, te llamaba para ver si me pasaba por la farmacia y me dejabas el mono nuevo, que estoy con el Spiuk más gastado que las sandalias de Gandhi.

I.: Bien, haz el ingreso de treinta eurazos y mándale el resguardo a Pascual.

J: Vale, vale. Suerte para Kona shaval.

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