"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
(Ernest Shackleton en los periódicos británicos reclamando voluntarios para una expedición a la Antártida en 1914)

miércoles, 31 de agosto de 2011

Planeta Kalima (Capítulo VI, segundo acto)


¿Me lo vas a decir o me vas a obligar a que te lo saque? Le decía a grito limpio, a un palmo de la cara de Vene el del traje de seda, hacía rato que ya no tenía el palillo en la boca porque de los nervios lo rompió. Ya te he dicho que no tengo sistema, vinimos a jugar para divertirnos y hemos tenido suerte, decía Vene con tono angustioso. Los otros calimeros estaban sentados escuchando el interrogatorio del líder del ranking en silencio absoluto. Vale, eres duro, o te crees que eres duro chaval, pero vas a cantar como que me llamo Joe, le decía a nuestro héroe mientras señalaba a una mesa de carpintero como la que está en Bricomanía. Vene miró a donde apuntaba el dedo de su interrogador y miró como había una sierra manual, una caladora, tres alicates, una cizalla y un picahielos. Todos manchados con sangre. El presi estaba pensando que lo de Kona se complicaba, ya no llegarían a la pasta party, el zorritus empezó a llorar y Kándido dijo: Mister, yo no conozco a este tio. Cállate, le gritó Joe ¡No te he dado permiso para que hables! Ante la evidencia de que Vene no se dejaba intimidar por el arsenal torturador del que disponía la empresa nuestro villano favorito de este capítulo decidió recurrir a la artillería pesada, le hizo una seña a uno de sus esbirros y éste le dijo ¿Seguro? Joe asintió mientras se secaba el sudor de la frente con un kleenex. Hacía rato que se había quitado la chaqueta y se notaba el sudor de las axilas, como un Camacho cualquiera. El ayudante trajo un iPod con una pegatina que decía DANGEROUS STUFF en fosforescente y mientras tenían sujetado a Vene le pusieron los auriculares. Pulsó el botón de play y, claro está los demás no oían nada, pero Vene se retorcía con evidentes muestras de sufrimiento, casi llega a convulsionar cuando el inquisidor pulsó stop y dijo: Esto es solo el comienzo, “La barbacoa” de Georgie Dann puede con todo y si sigues erre que erre sin cantar te pongo a Bustamante. Al oir esto último, Vene perdió el conocimiento y fue entonces cuando el presi le propuso que si les dejaba irse con lo justo para el taxi no entrarían a ningún casino nunca más excepto al de Arrecife.

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