El día de la carrera la luna estará igual que hoy. Casi que se empieza a oler el asunto. Los volúmenes de entrenamiento menguan, la cabeza da vueltas, el estómago mariposea, es decir, igual que cualquier otro triatlón pero con la salvedad de que no es el día anterior sino casi un mes antes.
Siempre recuerdo lo que recurrentemente dice Iván, y que me sale al consciente cuando estoy corriendo a las 13:30 h a 30 ºC en mi Ciudad Deportiva: "Para hacer un Ironman hay que renunciar a muchas cosas". Tiene razón, la primera de todas es a dormir una mañana de domingo, la segunda es a no dormir la noche del sábado, etc, etc. Podría seguir así hasta aburrirles pero haciendo un balance previo a Roth, cuando ya me he hecho casi el 90% del volumen total previsto para el objetivo, he de decir que correr un IM debe ser la hostia porque si no fuese así los boxes de dichas pruebas estarían vacíos (o bien es que los triatletas de IM están locos de remate y no tienen familia ni amigos ni ná de ná). Puede ser que dramatizo porque soy primerizo y puede que me haya pasado de rosca con este asunto, pero esto del IM es casi un estilo de vida como la de esos surferos que viven en una furgoneta para coger olas al amanecer con un frio que pela o los montañeros que van a los ochomil y se les congelan los dedos y se los amputan y vuelven a subir...¡Qué chungo es estar enganchado a algo! (¡O que guay!)
2 comentarios:
Pues a mí ya no me consuela ni eso. Estoy hasta los "eggs" de tanto entrenar.
Menos mal que el año que viene me dedicaré a otra cosa.
jejeje, el año que viene significa hacer maratones y el IM de Barcelona y ya veremos que más.
Cada vez se ve más cerca lo lejano......
Publicar un comentario