Se terminó la semanita de descanso integral. Se acabó el vaguear sin ton ni son, algo que echaré de menos en esos momentos críticos que cada vez, espero, sean menos. Lo que menos me gusta es que con el cambio de horario al de invierno, por las tardes tendré que hacer virguerias para que no se me haga de noche encima de la bici. En cuanto a la piscina, ya veremos si la climatización prometida es real. Correr no da problemas, es la parte del tri más llevadera en invierno. Mañana por la mañana toca correr unos siete kilómetros para soltar las fibras, para ver como anda el motor y si están engrasados los engranajes. Como dicen los toreros, que Diós reparta suerte. Y claro, señores y señoras ¡A sufrir! porque si no esto del Ironman no tendría gracia.
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