Antes de empezar quiero dar mis mayores agradecimientos a Alberto y Carmen porque su hospitalidad permitió que llegase a Roth y por último que llegase a Fuerteventura, además de mostarme lo mejor de Baviera, sin contar su inestimable compañía que hicieron que me sintiera como en mi casa, aparte de las risas que nos echamos. A Arantza por su apoyo y por hacerme mucho más fácil el poder vivir esos días allí, esta chica es un puntal, sin ella hubiese estado mucho más nervioso. A Luis porque su ayuda y experiencia fue fundamental para que no entrase en pánico ante lo desconocido. A Pablo, Sara y Juan Morón porque su presencia me animaba, lástima que estuvimos poco tiempo juntos. Espero que la próxima vez que los calimeros vayamos a algún lado, tal vez a Roth de nuevo estemos más coordinados y con anticipación para poder disfrutar aún más del evento.
Además del Challenge, que no es poco, pasé unos inolvidables días en la región de la Franconia. Para empezar, fue un acierto el buscar un vuelo directo de Fuerteventura a Munich, así me ahorré la friolera de 17 horas en la autocaravana que se metieron Luis y Arantza desde Barcelona. Una vez en la autocaravana, uno se acostumbra al poco espacio y el habernos quedado en el camping del Rothsee hacía que estuviésemos tranquilos y relajados, aunque si alguien se anima a ir a Roth, le aconsejo que se busque alojamiento (Hotel o apartamento) en Roth, tal vez sea lo mejor. Nadamos en el lago y corrimos por un camino que bordea su orilla, comimos en el chiringuito alemán del lago y me lo pasé bomba. No podía ser el paisaje más diferente al de Canarias (para lo bueno y para lo malo), me sentía como en otro planeta. En cuanto a la feria en Roth, era como el paraiso de los triatletas, todas las marcas de material imaginables a buenos precios, podías haber llegado allí con una mano delante y otra detrás y salir full equip. El ambiente era muy bueno y la comida de la región es buena y quizás un pelín barata. La gente es amable y se vuelca con los participantes. Al día siguiente de la prueba yo estaba en Nuremberg con la camisa de finisher puesta y el camarero donde cené me dio la mano y me entrevistó como si fuese un Sindballe cualquiera con bronceado canario. La pasta party (ver foto que se hizo al final del sarao) me decepcionó un poco pero no estuvo mal. También conocí a otros triatletas amigos de Luis como los catalanes Alex, Víctor y Nuria, todos unos fuera de serie por muchos aspectos que sería muy largo de explicar, pero que me iluminaron con sus diferentes formas de ver el triatlón. Nuria no pudo acabar porque el frio le impedía usar las manos para frenar y cambiar. Alex es un portento de la naturaleza extremadamente sencillo y Víctor, el bombero de Barcelona es la quintaesencia del triatleta, quedó segundo del Campeonato de Bomberos con una bici cascadísima y una mochila a la espalda. De él aprendí que lo que vale de verdad es el espíritu con que se afrontan los retos y que el material no es, ni mucho menos, tan importante.
En la fiesta de presentación vimos a los pros que fueron reverenciados por la multitud como la reencarnación de Apolo, Héctor y Aquiles, da envidia ver como la gentre admira a esos extraterrestres como son McCormack, Sindballe, Vuckovic, Hellriegel, etc.
El día 13 de julio pasará a mi museo vital particular como uno de esos días que repasaré una y otra vez. Un día feliz, tanto que la euforia hizo de analgésico de la auténtica catástrofe en que se convirtieron mis piernas hasta casi casi ayer. El día después casi no podía mover las piernas, sobre todo la derecha, el gemelo contracturado, el recto femoral desobediente y los dos tobillos hinchados a tope hasta ayer, ¡tenía que levantar la pierna derecha con mis manos!. Pero todo me daba igual, estaba radiante.
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